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El alcalde de Salamanca, Carlos García Carbayo, dijo ayer, cuando le preguntaron por la candidatura para las próximas elecciones municipales de mayo, que está cómodo ... como alcalde de la ciudad.
El hombre se mostró prudente, como es él, pero de sus palabras se puede deducir que quiere continuar o que va a volver a encabezar la lista del PP al Ayuntamiento de Salamanca. Ya lo confirmó en septiembre Alberto Núñez Feijóo cuando visitó la feria agropecuaria. Eso sí, fue a lo gallego, pero más o menos vino a decir que era el mejor candidato que el PP podía tener y que gozaba de la confianza de los presidentes regional y provincial, Alfonso Fernández Mañueco y Javier Iglesias. No ha cometido torpezas memorables y se ha ganado el respeto de los ciudadanos de Salamanca, ¿se puede pedir más?
Carlos García Carbayo era casi un desconocido para muchos salmantinos, pero en estos cuatro años se ha granjeado la consideración de sus convecinos y la mayoría de los militantes del PP consideran un lujo poder contar con García Carbayo como candidato porque lo ven como un hombre sensato, que sabe muy bien lo que quiere para su ciudad y que es poco impresionable por los vaivenes y modas políticas.
En estos momentos, la sensatez y la coherencia son cualidades muy apreciables en la política española. Precisamente porque escasea este perfil en los partidos, sobre todo en los tiempos que cohabitaron en la escena política nacional Pedro Sánchez, Pablo Casado, Albert Rivera, Pablo Iglesias y Santiago Abascal, momentos afortunadamente ya superados gracias a que algunos ya se quedaron por el camino.
Ahora solo queda saber si Carbayo se enfrentará a los socialistas José Luis Mateos o a Soledad Murillo.
Al mismo tiempo que García Carbayo decía lo que decía en un acto municipal y se confirmaba como el candidato popular a la Alcaldía, el todavía consejero de la Presidencia, el vallisoletano Jesús Julio Carnero, trataba de echar balones fuera en la Diputación de Salamanca cuando le interrogaban por el mismo asunto, aunque como suele decirse en estos casos “está a disposición del partido”. Todo un clásico.
Todo hace pensar que muy pronto dejará el Gobierno regional, muy a su pensar, para liderar la lista del PP al Ayuntamiento de Valladolid y enfrentarse al rocoso Óscar Puente. Cada vez cobra más fuerza la opción de Carnero, una vez que se ha autodescartado -probablemente forzada- la exconsejera Pilar del Olmo y que el “extodopoderoso” vicepresidente de la Junta, José Antonio de Santiago Juárez, ha anunciado su retirada y que deja la política.
El hombre más temido y odiado de la época de Juan Vicente Herrera -no sé en qué porcentaje o si a partes iguales- se va forzado por las circunstancias, de lo contrario creo que sería de los que continuara. Ya no tiene quién le proteja, ni en Madrid ni en Valladolid. Su salvaguarda era el delfín del anterior presidente de la Junta, pero el palentino tuvo que abandonar Génova de malas maneras y por la puerta de atrás acosado por la persecución y las escandalosas insinuaciones sobre la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, a cuenta del hermano y de las mascarillas.
Carnero ha recuperado la confianza y la tranquilidad que había perdido cuando llegaron a la dirección del PP los hombres de Casado. Lo quisieron aniquilar después de haber ganado unas primarias para liderar el PP de Valladolid y si sobrevivió fue gracias a que Mañueco lo rescató para el Gobierno regional después del pulso que Casado, Egea y compañía le echaron para cargárselo como presidente de la Diputación vallisoletana.
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