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El día que murió la música

Ayer se cumplieron 25 años de la muerte de Ayrton Senna en el circuito de Imola durante la disputa ... del Gran Premio de San Marino. 25 años que volaron como su “Williams” contra aquel maldito muro en la curva de Tamburello, y en el que no sólo se paró la vida del astro brasileño. Para muchos, Senna no fue sólo un ídolo, un campeón, un piloto elegido para la gloria y al que la tragedia colocó en el planeta de la vida eterna. De ahí, “Ayrton Senna sempre”. Para muchos, Senna fue una manera de vivir, de ser, de creer en Dios, uno de esos seres que, sin ser uno consciente en el momento, ejerce una manipulación positiva sobre tu personalidad, sobre tu manera de ver y comprender el mundo. Senna nos hizo mejores personas, no sólo fue el mejor piloto, el más rápido, el más diestro sobre el agua (vean su primera victoria en F1, Gran Premio de Portugal, Estoril 1985), fue un modelo de persona en un mundo que en nada se parecía a la locura a la que hemos llegado hoy, 25 años después, en la que el hombre ha sido sustituido por la electrónica y por el vacío de lo instantáneo. 25 años y “todo se derrumbó dentro de mi” (gracias Emmanuel). Por eso sigue vivo Ayrton Senna en nosotros, no por el mito, sino por el lugar al que deseamos volver, el de la calma y la habilidad, donde estaba pasando lo que estabas viviendo, no lo que estabas viendo...

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lagacetadesalamanca 25 años