Manuel Aires cumplirá este año 68 y es uno de los agricultores salmantinos más familiarizados con la última tecnología en maquinaria agrícola. Fue hace 12 años cuando estrenó su primer tractor 4.0 con sistema de autoguiado e isobus (que permite controlar los aperos con el único ordenador del tractor). «Entonces había muchas zonas de sombras porque eran pocos los satélites operando. De repente estabas trabajando y se quedaba sin conexión, así que te parabas hasta que volvía».
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Hoy eso no ocurre y explica Manuel Aires que es porque «todo ha avanzado muy deprisa y porque la Junta de Castilla y León es pionera en facilitar código RTK para los sistemas de navegación». Tiene claro que si a su edad controla la alta tecnología agraria, «es porque hace 12 ó 13 años si hubiera pensado que era muy mayor para entrar, ahora estaría atrasadísimo. Entonces, con 55 años, vi que era el futuro y lo que había que hacer».
Ahora que marque en la pantalla del tractor la línea de guiado por la que debe ir la máquina en la parcela, que acceda a ella solo, sin que Manuel toque el volante, y que vaya y vuelva por el mismo sitio, con una diferencia máxima de 2 centímetros, le parece lo normal. Uno de sus tractores da la vuelta solo y cree que vayan sin conductor ya no es cuestión de tecnología. Desde la pantalla táctil controla todas las funciones del tractor, y desde la auxiliar, el apero.
Lo de innovar le viene de familia. Su padre, Florencio, que era peón caminero, decidió dedicarse a la agricultura cuando se crearon pueblos de colonización. El 11 de noviembre de 1965 accedió a casa y parcela de 6 hectáreas en Nuevo Amatos por 550.000 pesetas a pagar en 25 años. «Mi padre era un adelantado y fue de los primeros de la zona que empezó a utilizar herbicida o pulverizador».
En 1967 recuerda que compraron el primer tractor, un Barreiros 5000. «Era un tractor moderno, con prestaciones que no daban otros. Tenía el sistema que estabilizaba el control en profundidad de aperos y dos gamas de velocidad, cortas y largas. Venía sin cabina. Luego se la pusimos, fue en Medina del Campo. El kit completo, con remolque, vertederas, gradas y arados creo que fueron 220.000 pesetas».
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A punto de cumplir los 18, y acabado el Bachiller, Manuel Aires les anunció a sus padres que quería ser agricultor. «Para disgusto de ellos, porque no estaba bien visto», recuerda. Entonces fue cuando su padre vio necesario crecer y se inició en la agricultura de precisión. Era 1974 cuando compra la sembradora monograno de precisión en Francia, «porque en España no las había. «Mi padre dijo que si yo me quedaba había que coger más tierras, comprar maquinaria y empezar a ser empresa de servicio y trabajar para los demás«.
Compraron maquinaria y recuerda Manuel que entonces cambiaban sembradoras «en 3 ó 4 años» porque quedaban «fundidas» con campañas de 1.000 hectáreas. «Mi padre lo que quería era que la empresa de servicio fuera una solución a corto plazo para hacernos sitio en la agricultura: lo que ganábamos, lo invertíamos en tierras». Florencio se jubiló a los 60 años -al haber sido funcionario- y en 1992 es cuando Manuel empieza también con las patatas, con almacenes y contratos.
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De la tecnología más avanzada le fascinan las abonadoras «con cortes de sesión y dosis variable. Me parece un invento que deja el abono repartido a la perfección en la parcela, nunca dobla y echas dosis exacta». También un pulverizador, como el que tiene ahora, «sin solape, porque es corte boquilla por boquilla».
Por supuesto que no le asusta para nada la obligación del cuaderno digital «porque ahora parte del trabajo de campo lo haces en casa, en el ordenador. Todas las tareas que le ordenas realizar al tractor en cada parcela las manda luego al móvil o al ordenador, y ya tienes así todo lo que echas y haces registrado, y las campañas anteriores. Te hace solo el cuaderno digital».
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Más avances no le llaman ahora la atención porque después de su visita a una feria de maquinaria de Alemania, cree que las grandes novedades van más enfocadas a grandes explotaciones o empresas de servicio. Él, junto a sus hijos, trabaja una 120 hectáreas de regadío y están ahora más enfocados a las patatas.
Sobre el futuro de la agricultura, Aires cree que a lo mejor está en un momento de transición. «Puede ser un antes y un después. Quizás haya cambio de estrategia porque se vea que con estas prohibiciones no alimentamos al mundo», dice. Pone el ejemplo de Holanda, donde con herbicidas prohibidos han visto que resulta casi imposible controlar plagas en la patata de siembra y los productores piden soluciones para trabajar con garantías de calidad y sanidad.
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