En los últimos dos años, la Inteligencia Artificial (IA) ha experimentado un crecimiento exponencial del interés empresarial y público que genera. Este auge se debe, en gran medida, al desarrollo de nuevos algoritmos y avances tecnológicos que han logrado sorprender y cautivar al mundo con resultados innovadores y aplicaciones cada vez más sofisticadas. Sin embargo, lo que hemos visto hasta ahora es solo el principio.
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La IA tiene el potencial de transformar prácticamente todas las áreas del conocimiento, permitiendo la creación de soluciones a medida consiguiendo resultados comparables al de los mejores expertos en cada disciplina. Lograrlo es, sin duda, uno de los mayores retos en el ámbito tecnológico actual y en ello se está trabajando con gran intensidad.
Para avanzar en inteligencia artificial, es crucial optimizar la tecnología reduciendo la capacidad de cómputo y los costos de infraestructura. Hasta ahora, obtener resultados precisos implicaba inversiones elevadas, accesibles solo para grandes corporaciones o instituciones con alto presupuesto en I+D.
Además, la calidad de los modelos depende de la selección del conocimiento experto con el que se entrenan, un proceso complejo que requiere supervisión especializada, tiempo y mejora continua.
En este contexto, la reciente aparición de la última versión de DeepSeek, la IA 'made in China' que rivaliza con el famoso modelo o1 de OpenAI, el más avanzado que se puede usar en ChatGPT, supone una revolución pues el abaratamiento de costes parece ser una realidad, aunque las cifras oficiales y las que estiman los expertos discrepan de forma considerable.
En cualquier caso, la aparición de DeepSeek ha activado las alertas en las grandes compañías estadounidenses que dominan el sector, que ante la presión que supone la nueva herramienta china, trabajan sin descanso para adelantar el lanzamiento de nuevos modelos más potentes.
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Otra de las grandes ventajas de DeepSeek es que se trata de un modelo de código abierto, por lo que, además de poder ser utilizado, editado y adaptado por cualquier informático con conocimientos, permite a la comunidad científica comprender su funcionamiento y así acelerar su evolución. Sin embargo, el panorama actual de IA no se limita únicamente a soluciones ampliamente conocidas como ChatGPT, DeepSeek o las numerosas aplicaciones dirigidas al público general que han surgido en los últimos dos años. La evolución de la IA es constante y abarca tanto el desarrollo de soluciones comerciales como avances fundamentales en la teoría y arquitectura de los modelos. Aunque la mayoría de las innovaciones visibles están enfocadas al usuario final, en el ámbito de la investigación académica y técnica también se están logrando progresos significativos.
Este tipo de innovaciones refuerzan la idea de que, aunque los modelos de IA actuales ya ofrecen soluciones impresionantes, todavía queda un amplio margen de mejora en su estructura y capacidades.
En una ciudad como la de Salamanca, con un ecosistema tecnológico académico y empresarial en crecimiento, la IA puede convertirse en un pilar clave del desarrollo económico y social.
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Hay varios factores que favorecen la adopción y desarrollo de la IA con una inversión inicial relativamente baja. En primer lugar, el talento joven que egresa de sus dos universidades -la Universidad de Salamanca y la Universidad Pontificia-, que forman cada año a cientos de especialistas en informática y otras disciplinas relacionadas. Estos profesionales están preparados para trabajar con tecnologías de vanguardia, desde modelos de aprendizaje automático hasta sistemas de procesamiento del lenguaje natural, visión por computadora y optimización de procesos.
Además, ¿? iniciativas como la Cátedra Internacional en Inteligencia Artificial Fiable y Reto Demográfico (DemIA) de la Universidad de Salamanca, que busca frenar la despoblación mediante investigación aplicada, divulgación y formación especializada en IA y reto demográfico, a través de programas de formación y capacitación, proyectos que fomentan la innovación y el emprendimiento con apoyo a startups y colaboración empresarial, aplicando IA en sectores clave como turismo, hostelería, sanidad, educación y gestión de infraestructuras.
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Los avances actuales ya están permitiendo que muchas tareas rutinarias en diversos sectores sean ejecutadas con mayor rapidez y eficiencia, sin embargo, aunque las enormes ventajas que aporta la utilización de la IA ya son palpables, en muchos casos, la precisión de los sistemas basados en IA aún no es absoluta, siendo incluso baja en tareas que implican cierto grado de complejidad. Esto no se debe a que esta tecnología carezca de esa capacidad, sino a que las soluciones disponibles hasta el momento, aunque impresionantes e impensables hace solo tres años, todavía presentan un margen considerable de mejora. Por lo tanto, sigue siendo necesario supervisar sus resultados, preferiblemente con la intervención de expertos que puedan evaluar su veracidad, fiabilidad y adecuación a lo necesitado.
Uno de los riesgos actuales del uso de la IA es la percepción errónea de que proporciona respuestas correctas. Un usuario sin conocimientos especializados podría asumir que las soluciones que un sistema de IA le proporciona son válidas, cuando en realidad pueden contener múltiples errores. Es por esta razón que, hoy en día, la supervisión humana sigue siendo un componente esencial en la implementación de estas tecnologías.
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No obstante, el futuro de la IA se perfila como una revolución sin precedentes. En un horizonte no muy lejano, las aplicaciones basadas en IA no solo proporcionarán soluciones precisas, sino que incluso podrían superar la capacidad humana en determinados ámbitos, optimizando procesos de manera que ni siquiera los expertos habrían imaginado.
La IA, aunque lleve decenas de años entre nosotros, acaba de comenzar su mejor época y su impacto en la sociedad será cada vez más profundo. Lo que hoy consideramos un complemento a la capacidad humana, mañana se convertirá en una herramienta indispensable para el desarrollo de la sociedad. La clave está en seguir avanzando con responsabilidad, asegurando que la IA no solo sea poderosa, sino también ética, accesible y beneficiosa para todos.
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(*) Alfonso González Briones es profesor titular de Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial de la Universidad de Salamanca.
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