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Viernes, 4 de abril 2025, 19:20
Podría parecer una exageración, pero el pescado más venenoso del mundo no siempre tiene espinas letales ni colores chillones que alerten de su peligro. De hecho, está presente en casi todas las cocinas, se sirve en restaurantes de alta gama y también en bocadillos rápidos de supermercado.
Este pescado, al que se le atribuyen propiedades saludables y un alto valor nutricional, es uno de los pescados más consumidos del mundo, aunque también se puede considerar uno de los más problemáticos para la salud.
Aunque su aspecto sea inofensivo, el salmón puede albergar hasta 70 tipos de parásitos distintos. Esto se debe a que, durante su etapa juvenil, estas especies suelen habitar en zonas costeras, muy cerca de mamíferos marinos que actúan como huéspedes naturales de muchos de estos parásitos, facilitando su propagación y manteniendo activo su ciclo biológico.
Pero los parásitos no son el único motivo de preocupación. Gran parte del salmón que llega a nuestras mesas proviene de piscifactorías. Y es en estas instalaciones donde se suman otros factores de riesgo. Las condiciones de cría intensiva pueden influir directamente en la calidad del pescado. Los salmones de cultivo son alimentados con piensos procesados que contienen harina de pescado, colorantes, aditivos químicos y otros ingredientes artificiales. Además, para prevenir enfermedades, se les administra pesticidas y antibióticos, sustancias que con frecuencia terminan en la superficie del pescado… y más tarde, en el cuerpo del consumidor.
La diferencia entre el salmón de cultivo y el salvaje es notoria. El primero, sometido a una alimentación artificial, presenta un contenido más elevado de grasas nocivas y contaminantes tóxicos como dioxinas y metales pesados. El segundo, en cambio, se alimenta de forma natural.
A pesar de estos datos, el salmón continúa siendo uno de los pescados más populares del mercado, en buena medida gracias a su riqueza en ácidos grasos Omega 3, conocidos por sus beneficios para la salud cardiovascular, cerebral y articular. Sin embargo, los expertos recomiendan buscar alternativas más seguras y sostenibles, como las sardinas, que también son ricas en Omega 3 y presentan menos riesgos asociados a la contaminación o la producción intensiva.
El salmón sigue siendo un alimento con múltiples beneficios: es fuente de proteínas de alta calidad, vitaminas del grupo B, selenio y antioxidantes como la astaxantina. No obstante, su impacto en la salud depende, en gran medida, de su procedencia y forma de producción.
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