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I.A.
Lunes, 31 de diciembre 2012, 14:32
Siria, mañana del 21 de diciembre. El cámara salmantino Roberto Fraile recorre las calles de la ciudad vieja de Alepo grabando la destrucción de algunos de los lugares históricos de la ciudad. Le acompañan el fotógrafo leonés José Manuel López y el periodista madrileño Antonio Plampiego, dos informadores curtidos en mil batallas. Igual que él. Caminan entre las ruinas de los edificios cuando se topan con una patrulla de opositores al régimen de Bachar al Asad. Están destruyendo los puestos de los francotiradores leales al gobierno con bombas de mano y cohetes de fabricación casera. La munición escasea por lo que tienen que asegurar cada blanco.En ese momento, un joven sirio, granada en mano, se acerca hasta uno de los puestos y el cámara salmantino decide acompañarle para grabar la imágen, pero el miliciano apura el lanzamiento de la bomba y todo acaba saltando por los aires. "Cuando explotó la granada me miré y vi que tenía un boquete grande justo debajo del estómago. Sólo pensé en correr como un león y ponerme a salvo con el poco fuelle que me quedaba", relata Roberto.Entre el caos, una moto se cruza en su camino y decide subirse a ella para encontrar cuanto antes un lugar seguro. "Lo que quería a toda costa era llegar a una calle lo suficientemente ancha como para que entrara el coche con el que pudieran trasladarme al hospital". Pero las fuerzas le fallan y cae de la moto. "Los dos compañeros que estaban conmigo me recogen y logran sacarme de los callejones, tan típicos de la ciudad vieja, para trasladarme a un lugar seguro", explica el cámara salmantino, muy tranquilo a pesar de dramática situación que vivió.La noticia de la explosión llega al resto de soldados de la brigada Kativa, pertenecientes al Ejército Libre de Siria, que inmediatamente mandan un coche para trasladar al salmantino al hospital.El coche de los opositores pone rumbo al centro médico, aunque para ello tiene que atravesar las avenidas más amplias de Alepo, todas ellas cortadas al estar plagadas de francotiradores. "Los soldados del régimen controlan la zona más alta de la ciudad por lo que los francotiradores tienen una posición privilegiada para disparar sobre todo el que cruce por esas calles", asegura el salmantino.A pesar del peligro, el coche consigue llegar al hospital donde rápidamente meten al cámara en un quirójano para intervenirle durante más de una hora y media. "Cuando recobré la conciencia lo único que quería es que no se filtrara la noticia de la explosión antes de que pudiera ponerme en contacto con mi mujer „la periodista salmantina de La 8 de Castilla y León Televisión Lidia Marcos„ y pudiera decirla que me encontraba bien. Pero allí no había teléfono", reconoce Roberto, quien pidió a su compañero Antonio Plampiega que hiciera todo lo posible por localizar y tranquilizar a su familia.Sin embargo, los acontecimientos se precipitan y la agencia de noticias Efe distribuye a todos los medios la noticia de la explosión. "La información sale hablando del accidente de los activistas, pero no es muy completa y sólo sirve para crear más confusión", recuerda.Finalmente, a las 10 de la noche, consiguen localizar a la esposa de Fraile a través de otro salmantino, el fotógrafo Alberto Prieto, quien llegó a coincidir en algún viaje con el cámara. "Le dicen que estoy bien y que al día siguiente me van a sacar de Siria para trasladarme a Turquía".
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