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Jueves, 20 de diciembre 2018, 09:27
El mismo día en que los astronautas del Apollo 8 salían disparados hacia la luna batiendo todos los récords de altura y velocidad jamas conocidos, el 21 de diciembre de 1968, sobre la ciudad de Béjar caía una lluvia de millones. El culpable fue el 51.022, el segundo premio del Gordo , que repartió nada menos que 225 millones de pesetas.Aunque han pasado casi 50 años, todavía son muchos los que recuerdan aquel número, que fue adquirido por el delegado de la sociedad de seguros "Santa Lucía". El encargado de llevar la fortuna a la ciudad textil fue Jesús Gómez Moreno, quien compró diez series en Madrid a través del Banco de Béjar. El número fue distribuido en pequeñas participaciones - las mínimas de 25 pesetas- lo que convirtió en agraciados a cerca de 200 familias, muchas de ellas modestas.El destino quiso que la noche antes del sorteo todavía quedaran por vender muchas participaciones -se hablaba de más de tres mil duros- por lo que Jesús Gómez animó a Flori Caselles, Rosi Sánchez y María José Domenech, a que recorrieran buena parte de los bares y cafeterías de Béjar con el fin de vender más números.Una de sus paradas fue el bar Español, donde dueños, camareros y clientes compraron muchas de las participaciones sobrantes.La rumorología de entonces daba por hecho que alguno de ellos se había convertido de la noche a la mañana en uno de los bejaranos más ricos. En su recorrido de aquella tarde fueron, sin saberlo, dejando un reguero de dinero por los bares Yuste, La Terraza, Biarritz, Colón, Farol y Cubino.La alegría fue total en Béjar. Incluso en el mercado hubo bailes improvisados y ese día las cestas se llenaron de los mejores pollos y lomos. También la calle Sánchez Ocaña fue otra de las zonas más afortunadas. Allí, Jesús Gómez tenía un hermano, propietario de la Joyería Milán, que también se encargó de repartir mucho dinero entre el resto de comerciantes.La suerte también llegó hasta Cantagallo, Puerto de Béjar, Candelario, Navacarros y Peñacaballera, incluso a Guijuelo, a donde llegaron varias participaciones que envió el hombre que sembró la comarca de millones.En la oficina que dirige su hijo Juan Pedro Gómez en la actualidad, Jesús Gómez explica que "me enteré de que había tocado el segundo premio" y a partir de ese momento, "fue un desbarajuste de gente por las calles". Esa situación que "hay que vivirla" por la felicidad que repartió en muchas familias bejaranas. También fue frenética la actividad del Banco de Béjar con la incorporación de personal procedente de Salamanca para depositar las participaciones y abrir cartillas."Cogí el traspaso de la carnicería el 5 de mayo de 1969. Era lunes, no se me olvidará"Mario García no olvidará, como otros tantos vecinos de Béjar, la Navidad de 1968. Ya está jubilado, pero las 125.000 pesetas que le tocaron entonces cambiaron su vida a nivel laboral y terminaron de asentarle en Béjar, donde sigue viviendo y donde creó su familia.Lo recuerda, dice, como el primer día. Cuenta que Jesús Gómez, el responsable de repartir tanta suerte, le ofreció una participación."Me la regalaba", explica, "pero yo le dije que las que se regalan no tocan. Al final, después de mucho insistir, se la cogí, pero se la pagué. Costaba 25 pesetas". Pero no quedó ahí la cosa, ya que Mario se hizo con una participación más: "El jueves anterior al sorteo de la lotería fui al Casino Obrero y Mari Caselles -recuerda Mario- también me quería vender lotería del mismo número.Llevaba en el bolsillo de la camisa un billete de 100 pesetas y le cogí una papeleta. Me devolvió una moneda de diez duros y otra de cinco. Me quedé con ellas de la mano pensando, pero al final las guardé y no cogí más. Si le hubiera comprado otra participación, me hubiera tocado aún más".Lo que pasó desde el momento del sorteo lo recuerda muy bien.Natural de Sorihuela, fue a la casa familiar ese sábado a mediodía "pero no me creían que me había tocado la lotería". Pero era cierto y eso le permitió hacerse a los 25 años con la propiedad de la salchichería en la que trabajaba desde cuatro años antes."Me tocaron 125.000 pesetas y tenía 50.000 ahorradas y eso me permitió el traspaso de la tienda. Me costó 300.000 pesetas en total. La cogí el 5 de mayo de 1969. Era lunes, no se me olvidará".Así, pasó de dependiente a dueño de un negocio ubicado en plena Calle Mayor de Béjar, donde lo mantuvo hasta el 3 de marzo de 2009, año en el que se jubiló y cerró el negocio. No hay duda, Mario puede agradecer al sorteo convertirse en jefe de su propio negocio con apenas 25 años."El apoderado del banco dijo: el número más feo para Santa Lucía"Tenía apenas dos años cuando su padre, Jesús Gómez, agente de Santa Lucía, llevó la suerte hasta Béjar y guarda aún los recuerdos de una calle Mayor llena de gente.Recuerda que un apoderado del Banco de Béjar fue a Madrid y compró dos décimos: uno para la entidad bancaria y otro para Santa Lucía.Además, explica que el apoderado debió decir "el número más feo para Santa Lucía y el otro, para el Banco". Como había sobrado lotería, la noche anterior al sorteo "mis tías Flori y Emilia Caselles estuvieron vendiendo participaciones por los bares" y recuerda "mi padre tenía guardada lotería a varias y tuvo la buena voluntad de dársela a quienes la habían reservado"."Fue un momento muy especial porque se repartió mucho dinero a gente humilde", reconoce Juan Pedro Gómez, antes de lamentar que la suerte no haya vuelto a recaer en Béjar.Cuatro policías salvan de forma milagrosa la vida de una mujer en un incendio en la calle ImperialLa Universidad ampliará la atención odontológica a adultos en el alfozEl día en el que la UDS le dio 'un baño' al rival del Madrid en la final del Mundial de Clubes
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