Gazpacho

Santiago Juanes

Domingo, 28 de junio 2015, 06:45

Al verano le llamamos ola de calor y el primer fin de semana del verano viene etiquetado con alerta de ola y llamamientos a la hidratación, el sesteo y emplazarse al fresco; o sea, el clásico de que para el calor nada como sombra y gazpacho, a ser posible el de Sofía, la primera mujer de Sabina, un arpía, cierto, pero que le tenía tomado el punto (al gazpacho) según reconoce en una canción. Con gazpacho refrescaba a los segadores Testilis, según las crónicas del romano Publio Virgilio Marón, o sea, ajos majados con hierbas, y con un vinagrillo legionario llamado posca, quisieron refrescar a Cristo en la cruz. Seguramente era algo similar a la kaspa íbera, pero sin pan: agua, aceite, vinagre y ajo. Comida de legionarios, segadores y "gente vulgar", decía Covarrubias en su Diccionario, pero hoy, ya ve, nos hemos puesto exquisitos con el gazpacho, que se hizo lo que es estos días gracias a la despensa importada de América. Eché de menos una taza de refrescante gazpacho ayer al finalizar la constitución de la nueva corporación provincial, pero nos hemos puesto tan políticamente correctos con los ágapes institucionales que, insisto, hemos pasado del despilfarro a la racanería, al acto espartano y a una falta de hospitalidad hacia los invitados que deja la solemnidad en un puro trámite administrativo. Seguramente las figuras de las ménsulas del patio de La Salina, aquellos nobles que negaron hospitalidad a María de Ulloa, la "Salina", amante arzobispal, no se retorcían por aquella falta sino por la ausencia de esa taza de gazpacho fresco al mediodía, cuando el termómetro ya estaba enfilando los treinta grados.Lea el artículo completo en la edición impresa de LA GACETA

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Disfruta de acceso ilimitado y ventajas exclusivas

Publicidad