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CASAMAR
Martes, 18 de diciembre 2018, 21:33
Es sin duda ninguna una de esas fechas que han quedado grabadas para siempre en la memoria de los habitantes del Campo Charro y de toda Salamanca, el día 21 de diciembre de 1978, la fatídica jornada en la que se registró uno de los peores y más dramáticos accidentes ferroviarios de la historia de España del que el próximo viernes se cumplen 40 años.Era el último día de clase antes de las vacaciones escolares y el autobús que diariamente transportaba a los pequeños de los pueblos del entorno de La Fuente de San Esteban hasta el centro escolar de la cabecera de la comarca acababa de recibir a sus últimos ocupantes en Muñoz y se disponía a cruzar el paso a nivel cuando el tren arrolló al transporte escolar arrastrándolo más de 100 metros sobre las vías.El enorme estruendo y la cercanía al pueblo hicieron que rápidamente llegaran hasta el lugar los primeros vecinos de Muñoz, algunos de ellos padres de los escolares que viajaban hacia La Fuente de San Esteban. "Era una escena difícilmente olvidable, sin consuelo para los que habían perdido a sus hijos y las llamadas de auxilio de los que habían quedado heridos", recuerdan los vecinos de San Muñoz.En poco tiempo el lugar se llenó de gentes llegadas desde todos los pueblos por los que el autobús hacía su ruta diaria, así como de vecinos de La Fuente de San Esteban dispuestos a ayudar en todo lo posible, ambulancias, Cruz Roja y agentes de la Guardia Civil."Ese día a nosotros nos tocó la lotería"Alicio Velasco fue una de las primeras personas en llegar al lugar del accidente después de que un amigo lo avisará al oír el estruendo del impacto. Cinco de sus hijos viajaban ese día en el autobús escolar, o al menos eso creía él: "Tratábamos de reconocerlos por la ropa porque a veces era la única manera y una vez que encontré a cuatro de mis hijos que estaban heridos pero fuera de peligro empecé a buscar a José María que imaginé que ya era cadáver".Nada más lejos de la realidad ya que el día anterior se había hecho en casa de Alicio la matanza y lo que menos imaginaba es que el niño de 10 años — al que todos conocían como "cartucho" ya que según su padre era un "vivales"— había hecho ese día novillos para no tener que ir a la escuela y disfrutar de la fiesta, una gamberrada que le salvó la vida: "Ese día a nosotros nos tocó la lotería", recuerda.Mientras buscaba angustiado Alicio confundió a su hija con una de las niñas accidentadas que había sufrido heridas en la mandíbula: "La cogí porque pensé que era la mía y vi que se estaba ahogando con la sangre y le metí los dedos en la boca para que pudiese respirar, se salvó gracias a eso".Los vecinos de Muñoz acudieron con rapidez al lugar del accidente debido al gran ruido que provocó el impacto con el tren y fueron los primeros en asistir a los heridos: "Se corrió la voz muy rápido y empezaron a llegar coches de familiares y como el camino era muy estrecho estaba todo taponado. Yo cogí a una niña de unos 14 años que estaba herida y entre varios la metimos en un coche pero enseguida se murió", recuerda Alicio Velasco.Aunque reconoce que siempre se ponía malo al ver sangre, una vez que encontró a sus hijos sanos y salvos no dudó en ponerse manos a la obra para ayudar. En su cabeza todavía guarda las terribles imágenes grabadas como si no hubieran pasado 40 años: "Recuerdo a una niña que llevaba un abrigo, un gorro y una bufanda blancas que me miraba aunque todos pensaban que estaba muerta".Alicio recuerda también la visita que la reina Sofía hizo a los niños en el hospital donde estuvo una de sus hijas ingresada: "Les regaló a todos una muñeca charra y a ella le preguntó si prefería estar en casa o en el hospital y ella dijo que en el hospital", relata este hombre que se considera muy afortunado."La gente sigue llevando una gran pena encima""Recuerdo que para nosotros era un día de alegría porque íbamos a coger las vacaciones y estábamos por aquí jugando mientras esperábamos el autobús. Era un día de mucho ruido, como en el patio del colegio y de repente, silencio y después llantos".Manuel García tenía 11 años cuando se produjo el fatídico accidente del que milagrosamente salió ileso. A sus 51 años recuerda con absoluta nitidez los trágicos instantes que se vivieron inmediatamente después de que los niños de Muñoz se subieran al autocar: "A mí me tocaba de pie en la parte de atrás porque era de los últimos en subir, coloqué los libros y de repente vi el verdor de la maquina saltar los cristales, una luz y estrellas que venían muy rápido hacia mi cabeza y pensé que a ver si se abría el techo y podía salir por ahí y así fue".Manuel salvó la vida porque salió despedido como consecuencia del impacto y recuerda que lo primero que hizo fue buscar a su hermana que también consiguió sobrevivir. Aunque tampoco puede olvidar las imágenes dantescas de las que fue testigo minutos después del accidente en el que perdió a uno de sus amigos: "Ese día unos niños de La Sagrada le dijeron que se sentase a su lado, en un asiento que quedaba vacío justo en el medio por donde el autobús recibió el impacto del tren. A otro de los niños del pueblo lo vi después desnudo y chorreando sangre y pensé que estaba muerto".El estuche de Manuel llevaba en su interior 100 pesetas que el niño de aquel entonces guardaba celosamente para comprar una estrella que iba a colocar en el portal de belén que había en su casa. Un estuche que tardó mucho en volver a abrir y 100 pesetas que ya no recuerda en que gastó, si es que las gastó, aunque no puede evitar pensar que "tal vez esa estrella me guió, no lo sé, aunque me queda el remordimiento de ver a otros niños muertos".Después de 40 años reconoce que es muy difícil explicar lo que sintió en aquel momento y sigue pareciéndole inexplicable todo lo que se le pasó por la cabeza en cuestión de segundos: "Cuando vi lo que estaba pasando lo primero que pensé es que si me estaba ocurriendo eso al día siguiente no iba a tener que ir al colegio".A pesar de todos los años que han pasado Muñoz y todos los pueblos afectados siguen guardando muy presente en la memoria ese trágico accidente que se llevó por delante la vida de 29 personas (26 de ellas niños) que estaban a punto de disfrutar sus esperadas vacaciones de Navidad."Todos se han visto afectados de una manera u otra y mires a quién mires la gente del pueblo sigue llevando una gran pena encima", asegura Manuel, que hace 40 años, junto a su hermana, volvió a nacer.Gabriel de la Mora no dimitirá a pesar de ser condenado por calumniar gravemente a dos policíasLa DGT mete en el cajón del olvido la unidad de atención a víctimas de tráfico de la Jefatura ProvincialOtro caso más de agresión en la cárcel de Topas: Una trabajadora fue tirada al suelo y golpeada por una reclusa
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