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Protagonista destacada en la historia del pop español, Alaska no da un paso en falso en su camino por la música electrónica de baile ni da puntada sin hilo cuando habla. Admite que a veces se muerde la lengua en un peligroso escenario que alimenta polémicas diarias en las redes. «Pero arden las 24 horas, así que ya da igual».
De nuevo en Salamanca, una ciudad que visitan con regularidad.
Bueno, lo cierto es que vamos donde nos llaman. Así que sería al revés: qué. Hemos ido a actuar en momentos de éxito y en otros más bajos. Además creo recordar que estuve ya en la presentación de «Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón» en 1980, en las tertulias de El Gallo, y he ido a pinchar muchas veces.
¿Qué espectáculo ha preparado Fangoria para una ciudad en fiestas?
En estos casos sabemos que tocamos para nuestro público y para otra parte que no lo es. Entonces presentamos un repertorio que sea un sin parar de singles. Nos parece más divertido y más entretenido para cualquiera que vaya.
¿Y en el escenario también se divierten más que presentando material nuevo?
No, depende, cada cosa es como es. También es divertido tocar para un público que ha comprado una entrada para escuchar un disco que quizás ya no volvemos a tocar más. Todo es diferente y todo nos gusta.
«Ex Profeso» es el tercer EP que editan tras la pandemia, después de «Existencialismo Pop» y «Ediciones Paganas». ¿Estamos certificando de alguna forma la muerte del clásico álbum de 12 canciones?
No. En nuestro caso era un planteamiento vital. Después de estar encerrados en el confinamiento lo último que queríamos era estar otros tantos meses encerrados en un estudio haciendo un disco largo, así que partimos el trabajo en tres EPs con nueves meses entre uno y otro. Nosotros siempre hemos editado EPs desde que empezamos con Pegamoides. El pop y la música de baile siempre se ha nutrido de ellos. Y lo que pasa es que nosotros fuimos incapaces de hacer solo una canción.
Ya son cuatro décadas largas sobre los escenarios. ¿Cómo percibe la evolución de su público?
Son tantos años que ya es intergeneracional. Está la gente que ha evolucionado contigo y que sigue ahí y otra que ni había nacido cuando empezó Fangoria. También están los que en la época del reality «Aalaska & Mario» tenían ocho, nueve o diez años y ahora tienen 20 y se han convertido en los nuevos fans acérrimos que se mueven de una a otra ciudad para vernos. O sea, que la gente se va sumando, por la música, la estética o lo que sea.
Es que usted se ha reinventado tantas veces, tanto en lo musical como en sus otras facetas, que no deja de llegar a nuevos públicos.
Si, seguro. El otro día le contaba a un periodista que en los 90 Fangoria era un grupo absolutamente minoritario. No nos llamaba nadie, nos teníamos que alquilar las salas para tocar, hasta que actuamos por primera vez en el Sonar en 1995. Para entonces yo estaba en programas de televisión y me conocía todo el mundo, así que hubo gente que terminó por seguirnos por la música.
A estas alturas de la película, ¿se siguen planteando lanzar 'mensajes' e sus canciones?
Yo creo que eso no nos lo hemos planteado nunca....
¿Ni subliminales?
Ah, bueno, eso igual sí, es inevitable. Escribes sobre cosas que escuchas, que te pasan, a veces son ficción y a veces no. Pero lanzar mensajes en nuestras canciones nos parece como muy mesiánico y un punto de partida completamente contrario al nuestro.
¿Así que descartamos que las letras tengan intención subliminal?
Descartamos. Ni guiño ninguno.
En sus directos recuperan actualizados muchos de sus éxitos de siempre. Pero ¿hay algún pelotazo histórico de Alaska que hoy rechace cantar porque ya no le representa?
Eso es muy fácil de comprobar. Cuando volvimos a tocar esas viejas canciones después de las nuevas de Fangoria, fue genial ver cómo «Dramas y comedias» prácticamente superaba a las anteriores en cuanto a respuesta del público. Volvimos a grabar esos éxitos en el disco «El paso trascendental: del vodevil a la astracanada» (2010) y las hicimos como queríamos en ese momento. Este año van por otro lado, van cambiando musicalmente. Pero una que no grabamos, pese a ser un single, fue «Terror en el hipermercado», porque no encontramos el modo de traerla a lo que hacemos ahora. Y nunca más la hemos tocado. Otras, en cambio, son muy fáciles de adaptar, como «El rey del glam» «Ni tú ni nadie», «A quién le importa»... hasta «Bailando», que este año la hacemos en un mix con «En el coche» de Aitana. Se prestan a hacerlas de mil maneras tan diferentes que no te cansan nunca. A otras, en cambio, les damos descanso, como «Perlas ensangrentadas» o «Bailando», que no las hacemos. Vamos rotándolas.
Usted puede ser una de las personas más populares de este país, y lo sabe. No sé si eso en algún momento puede ser una mochila pesada, una responsabilidad extra a la hora de expresarse en público.
No, porque para empezar, yo me represento solo a mi misma y eso ya es demasiado. Y también hay que ser muy realista ante esta popularidad relativa. Hay gente que no te conoce de nada, directamente, pero salgo en la tele y me hacen entrevistas y además tengo un grupo y además hago radio. Todo el mundo va a saber lo que tú haces. Eso es así. No hay que darle más vueltas.
¿Siente que le toca morderse la lengua más que antes?
Si, seguro. A ver, yo siempre he sido muy tranquila a la hora de decir las cosas, intento actuar con mano izquierda. Pero hay que tener en cuenta la difusión que se hace de todo en las redes sociales, ese patio que lo amplifica todo.
Y los medios, que a menudo le damos demasiada importancia a lo que se grita en ese patio.
Es un error. En los patios de vecinos de los sainetes de Arniches las vecinas se tiraban de los pelos cuanto tendían la ropa, y eso no pasaba de ahí. Es el signo de los tiempos, ¡yo qué sé! Si en su día se hubiera aireado todo lo que se pensó del primer programa de «La bola de cristal», de «La edad de oro» o de los debates de José Luis Balbín, se habría montado el mismo lío que ahora. Pero entonces la opinión se quedaba en casa.
¿Y no cree que todo esto está aumentando la crispación general? ¿Nos hace peores como sociedad?
Es como si nos convirtiera a todos como en vigilantes, en delatores. Eso es muy feo.
Llevar más de 40 años pensando respuestas para las entrevistas le habrá ayudado a conocerse mejor ¿no?
Si, porque a veces surgen preguntas que tú nunca te has hecho. Como decían los estoicos, no hay que tener opinión sobre todo, sobre cada cosa que ocurre en el mundo.
Usted siempre ha sido muy valiente para afrontar retos. Parecería que le cuesta decir que no, pero ¿qué tipo de propuestas se ha visto obligada a rechazar?
Yo creo que digo que no más que sí. Realmente es un ejercicio muy grande estar diciendo que no cada día a todo tipo de planteamientos que tu consideras que no van contigo pero que la otra persona piensa que no te pueden ir mejor. Claro, según su visión. Así pasa mu a veces cuando te ofrecen un trabajo. Pero me parecería feo revelarlo.
Cuando se convirtió en presentadora del programa de TVE 'Cine de barrio' mostró su perfil como apasionada del cine. ¿Qué le ha aportado esta experiencia ante un público nuevo?
Bueno, tampoco sabemos exactamente cuál es el público del programa. A mí lo que me llega es de la gente que me sigue y que de rebote ve el programa. Me fascina ver a esos niñitos que ahora tiene 18 y 19 años cuando me cuentan que están descubriendo a Gracita Morales. Yo qué sé, parece increíble, pero es así. Y eso es maravilloso. A todo mi entorno siempre lo digo que es un programa que si nos lo hubieran propuesto hacer a los Pegamoides, no hubiéramos podido ser más felices, porque una de las bases sentimentales y culturales de Nacho, de Carlos y mías es el cine español de los 50, de los 60 y de los 70. Ha sido un regalo heredar un programa del que ya era fan desde el primer día.
Hace unos días estuvieron visitando el 'Ecce Homo' de Borja. ¿Es de los que piensan que con aquella polémica restauración el cuadro de alguna manera mejoró?
No, es otro, que es lo interesante. Y siempre a través del pop se pueden asumir determinadas cosas de forma más festiva y alegre.
¿Es más interesante?
Es diferente.
Vamos terminando. ¿Cómo se ve Olvido Gara, Alaska, dentro de diez años?
Yo no lo sé, porque estoy igual que hace 10 años, entonces no tengo ni idea. Así que no creo que esté exactamente igual pero no veo objetivamente que tenga que haber demasiados cambios.
Me parece que tampoco le preocupa mucho...
No, para nada.
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