Sergio López (24 años) debía haber estado este miércoles, como mucho, a 8ºC de temperatura; que es lo que registraron de máxima los termómetros de Basilea —ciudad de poco más de 171.000 habitantes ubicada a orillas del río Rin, en el noroeste de Suiza—. Pero no. De hecho, fue la mínima nocturna —de la que ni se enteró— que hacía en Murcia; que es donde el salmantino tiene instalado esta temporada su cuartel general con un solo objetivo: recuperarse del «día más difícil» de su vida.
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Sigue vistiendo de azulgrana, a pesar de los 1.621 kilómetros de distancia entre una ciudad y otra. El pasado día 11 de agosto al lateral derecho del histórico FC Basel —20 títulos de la Superliga en sus vitrinas y 45 participaciones en todas las competiciones europeas— la rodilla le hizo crash en un entrenamiento de pretemporada. «La jugada la tengo grabada: era un dos contra dos. Un compañero me regatea porque así lo exigía el ejercicio y en el cambio de dirección que trato de hacer noto que la rodilla derecha me cruje. A pesar de lo que tenía, no me dolió. Tenía como una sensación extraña y solo me decía, ojalá que no sea, ojalá que no sea... Los médicos me dijeron, que no lo veían claro que estaba hinchado».
Al día siguiente no hubo duda: «Rotura del ligamento cruzado», rezaba el parte médico. «Fue un golpe», reconoce, «esta lesión siempre cae mal, pero en mi caso concreto no te da tiempo ni a empezar a jugar, esta temporada es la última de mi contrato con el Basel y sé que voy a estar 9 meses parado... La verdad que los primeros días me lo tomé mal, yo soy una persona optimista y me afectó. No niego que ha debido ser uno de los peores días de mi vida». Hasta que dijo, basta: «Ya está, es lo que hay, vamos a salir adelante»: «Me operé en Suiza. Y todo, por fortuna, salió muy bien. Estuve unos días más allí, porque por el tema de trombos se desaconseja volar, y de allí me vine a Murcia. A recuperarme con Víctor Salinas. Estoy muy contento. Desde el día uno que llegué solo tengo en mi cabeza currar y darle caña a la rodilla para volver mejor de lo que estaba».
La temporada pasada disputó en Sankt Jakob-Park 28 partidos, 21 en la Superliga Suiza (17 como titular), y 7 en la Conference League (3 de inicio). Con esa idea como meta se machaca mañana y tarde: «Hago sesiones de recuperación de lunes a viernes, cuatro horas al día. Y, la verdad, la lesión me dicen todos que va muy bien, incluso un poco mejor de lo habitual a la altura de la que estamos. Yo no tengo prisa, solo cumplir los tiempos correctos y volver bien».
De Basilea, Sergio López echa de menos el fútbol; que es su vida. «El clima un poco menos», se ríe. «La verdad que en Murcia parece que no se quiere ir el verano». «Mi vida allí es muy diferente a la que tenemos en España. Estos dos años los he pasado con mi pareja y un perrito que tenemos. Aunque hemos estado bien es cierto que la vida social se hace cuesta arriba por el clima», asegura.
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Su historia con el club azulgrana empezó dos temporadas antes de acabar recalando allí. En la 2019/20, cuando militaba en el Real Madrid Castilla. «Esa temporada llamaron a mi representante. Decidimos salir cedidos al Valladolid, a jugar con el Promesas. Hice, creo, un buen año. Y volvieron a insistir. De nuevo mi 'repre' me comunicó su interés y ya no lo pensé, nos vamos». Allí no solo conoció un fútbol distinto, que no menor —«La gente puede pensar que es un fútbol menos exigente, pero no, la Liga es muy competitiva, como luego se ve con su selección», detalla—, sino a una de las mayores leyendas del deporte, algo que le sorprendió nada más llegar: «Federer muy fan del Basel, ya me lo habían dicho. Va a vernos y después del partido bajó al vestuario. Tuve la oportunidad de hacerme una foto con él y me pareció muy campechano», aseguró nada más conocerlo.
No es el único deportista top con el que ha compartido vestuario, pues en la pretemporada del 2018 viajó con el Real Madrid de Lopetegui a la gira por EEUU, llegando a jugar contra el Manchester United media hora. «Entrenar con Modric, Benzema o Ramos fue una pasada. No he corrido más detrás de un balón».
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