En el fondo sur del precioso Stadium Gal, que en sus tribunas tiene cierto parecido con el Reina Sofía, cuelgan con orgullo las dos Copas del Rey ganadas por el Real Unión en el albor de los tiempos. Años gloriosos, para la entidad blanquinegra, de 1918 y 1924; que no dejan de ser la prehistoria de este deporte. A este club, como al Arenas de Getxo, se les sigue teniendo adjudicada la vieja etiqueta del fútbol vasco, que está estrechamente ligada al agua, al barro. Como antes la tuvieron el Athletic Club o la Real Sociedad en sus viejos templos de San Mamés y Atocha, que ya solo quedan vivos en las retinas de los aficionados más viejos.
Publicidad
Un duro invierno en la ribera del Bidasoa confirmó el tópico en el partido que Unionistas ha tenido que jugar este domingo en la 'kalea' Patricio Arabolaza. A los 20 minutos el blanco de las camisetas de los jugadores locales ya no era tal, como tampoco lo eran los pantalones de los jugadores de Llácer. El barro que latía bajo el pobre verde del Stadium Gal se llevó todo por delante. Como había advertido Llácer. «No va a estar para florituras», dijo. Eso no quita que el partido no fuera emocionante. La primera parte fue una delicia sin que se consiguieran enlazar tres pases seguidos por parte de los dos conjuntos. La falta de un buen terreno de juego la sustituyeron los jugadores con garra y una chispa de 'malaje'.
El conjunto vasco se zambulló en la trinchera sin medias tintas. Fue pitar Figueiredo Comesaña, y el conjunto de Albert Carbó se lanzó en tromba sobre la portería de Iván Martínez queriendo alargar lo antes posible la buena racha de resultados con la que llegaban a este partido (tres triunfos en las tres últimas jornadas). De la cadena de córners que defendió Unionistas nació el primer gol, pero no en contra de los intereses del equipo de Llácer, sino a favor. En una contra a puro esprint, Álvaro Gómez cayó derribado en el área de Wright con estrépito por un empujón indisimulado de Vidorreta. El colegiado no dudó: penalti. Santamaría tampoco, dispuesto a acabar con sus 168 días de sequía goleadora. Sin embargo, su disparo al centro de la portería lo detuvo el meta inglés, que no pudo hacer nada ante la rapidez con que Jordi Tur reaccionó al rechace.
Unionistas, una vez más, por delante en el marcador fuera de casa. ¿Esta vez sería la definitiva? Pues, evidentemente, no. Domínguez empató con la misma rapidez con la que se había adelantado el equipo del Reina Sofía. El central se tiró una frivolidad en un mal disparo de Aranzabe sobre la meta de Iván Martínez y le salió cara. Con el tacón, cuando el balón se perdía por la línea de fondo, logró sorprender a todos y devolver las tablas al marcador con 8 minutos disputados.
Empezaba un nuevo partido, en el que Unionistas parecía querer más. De hecho, sin tener el balón bajo sus dominios, porque no se podía, se jugó a lo que quiso el equipo de Llácer. Tanto fue así, que, en uno de esos balones venenosos enviado entre centrales en largo, Unionistas encontró el premio que merecía. Gorka Santamaría aguardó tras la mata el fallo de Domínguez, que llegó, para pegar un zarpazo de puro '9' sorprendiendo a todos y superando a Wright en la media salida. Era el minuto 23, en el día en el que la Unión hacía 102 años.
Publicidad
Ahora el Real Unión no fue capaz de contestar. De ninguna manera. Ni en rapidez ni en juego. Con todo aparentemente bajo control, Carlos García enrevesó el partido como solo Unionistas sabe hacerlo cuando juega lejos del Reina Sofía. El central se marchó expulsado, sin discusión, tras ver la doble amarilla.
Pese a la autolesión, Unionistas aguantó el golpe de verse con diez de primeras. Al menos, en lo que restó de primer tiempo. En la segunda parte fue otra cosa. Al conjunto de Llácer, ahora sí, le costó caro ser uno menos sobre el campo, sobre todo porque el Real Unión metió la doble tracción en el barbecho sobre el que se jugaba, para asediar sin contemplaciones la meta de Iván Martínez. En los mismos 8 minutos que tardó en marcar en el primer tiempo volvió a igualar el choque, ahora con un tanto de Joseca Márquez a la caída de un córner. Unionistas defendió francamente mal la acción lanzada por Iker Bilbao y así, el más bajito de los jugadores del Real Unión logró poner el 2-2 en el minuto 52 de encuentro cabeceando sin ningún tipo de oposición.
Publicidad
Con las tablas puestas por tercera vez sobre el marcador, Llácer movió rápido las piezas y agotó los cinco cambios en un visto y no visto en busca de retener, al menos, las tablas. Y, con todo y con eso, no le dio. Un penalti tonto de Álvaro Gómez en el minuto a falta de 8 minutos para el final acabó enterrando cualquier opción de puntuar para Unionistas. Rivero, que acaba de saltar al campo, puso el 3-2 definitivo con toda la tranquilidad del mundo.
Disfruta de acceso ilimitado y ventajas exclusivas
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.