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A Carlos de la Nava (más partidos, más minutos y más temporadas que nadie en Unionistas) algo le hizo clic al llegar a los 30 (los cumplió el pasado 21 de abril). ¿Ver en el horizonte la retirada? Sin que lo verbalice, casi seguro que fue. El caso es que acabada la temporada en todo lo alto (otra vez asomado al playoff, otra vez metiendo al equipo en Copa del Rey) el teléfono empezó a sonar y sonar... «Es la hora de irme», le dijo por teléfono al recién nombrado presidente Pescador. Era mediados de junio; han pasado 161 días desde esa llamada de adiós. Y todos se echan de menos: «Es normal, es el club en el que más tiempo he estado en mi carrera, es mi casa. Conozco a toda la gente del club... Pero no me arrepiento, esto es otra cosa, es una experiencia que quería vivir», explica el capitán.
Pese a los 638,8 kilómetros de distancia que separan el histórico Rico Pérez, donde ahora juega como local, y el Reina Sofía, De la Nava juega todas las jornadas dos partidos. El suyo con el Hércules como jugador y el de Unionistas como aficionado: «Me he visto todo. Se apostó por un equipo joven y que creo que hace cosas muy bien, aunque los resultados no nos están llegando, de momento. Eso no favorece a que se vea más claro todo el trabajo que hay detrás, tanto de los jugadores como del míster. Yo confío en todos ellos. Si se tiene calma los resultados van a llegar», analiza la situación del equipo sin tener que ponerle en contexto. «Es que de verdad me veo los partidos. Y hablo de ellos con mi familia. Yo creo que mi hermano (se ríe a carcajadas) sufre más con una derrota de Unionistas que con un pinchazo mío. El fin de semana pasado merecieron ganar, sin ir más lejos, y la Ponferradina, que es un buen equipo, en la única que tiene va a para adentro. Pero esto es el fútbol...».
El clima de Alicante (me dice que los termómetros del Rico Pérez marcan 17ºC a la hora de esta entrevista) no le ha cambiado el carácter: «Creo que mi salida del club fue buena, fue como fue porque eran muchos años, pero hoy puedo decir que todos me ayudaron y me entendieron que era una decisión personal, que no había nada más. De verdad, que no tengo ninguna queja, fue complicado, porque no era una decisión fácil y, al final, nadie me decepcionó, nadie me puso pegas sino todo lo contrario». Y todo ese recuerdo de sus horas más frenéticas en un mercado estival le llevan a renglón seguido a pronunciar las palabras claves: «Unionistas es el club de mi vida, es el club en el que mejor me he sentido, y donde está claro me gustaría retirarme, y si no pudiera ser, por lo menos si volver a vestir su camiseta».
Mientras es y no es —tampoco es que el adiós al fútbol lo tenga presente— sigue descubriendo cosas en el Rico Pérez que le hacen reafirmarse en la decisión que tomó: «He estado dos semanas lesionado y con todo y con eso solo puedo decir que estoy muy contento, Alicante me gusta, el Hércules me gusta, hemos empezado bien la temporada... La experiencia está siendo tal cual me la esperaba: jugamos en Segunda Federación, pero todo, absolutamente todo, es de otra categoría. Aquí ves detalles que tenemos que te dicen que mínimo el club tenía que estar en Segunda División, por estadio, por afición, por la estructura que es súper profesional... Y estamos en ello, lo primero es el ascenso a Primera Federación, que estamos bien pero todavía queda mucho, esta categoría es muy complicada, en nuestro grupo hay mucho campo de césped artificial».
Entre las cosas que le dicen que el club es de LaLiga está que hace 12 años, por ejemplo, donde hoy se sienta lo hacía David Trezeguet: «Es de esos vestuarios, como Riazor, que te huelen a fútbol de categoría. Y eso para el futbolista es muy bueno». Por cierto, Candelas (rival en el Salamanca UDS) es su compañero de asiento y de habitación: «Hablamos del tema... De aquellos derbis. Es un crack».
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