Iván Ramajo
Salamanca
Domingo, 18 de febrero 2024, 17:58
Unionistas
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Fuenlabrada
El mes de febrero es el punto de break de la temporada. En estos días se decide porqué pelear. Unionistas, por convicción —y por derecho propio, cómo no–, ha decidido lanzarse en tromba a conseguir lo que lleva tres temporadas buscando. Los jugadores, de uno en uno, habían empezado a bisbisear la palabra playoff hace nada. Ponz se zambulló de lleno en la cuestión sin despeinarse en la rueda de prensa previa. El tupé intacto. Su voz sonó más rotunda con el once que propuso ante el Fuenlabrada: tres en el centro del campo, Álvaro Gómez a banda cambiada... La claridad de las 16:00 de la tarde dejó todo cristalino. El Fuenlabrada es un equipo durísimo, y la única manera de evitar pasarlo mal pasaba por sumar músculo. Villar y Adri Gómez se comieron los golpes del conjunto del Fernando Torres como Topuria en el primer round ante Volkanovski.
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En ataque el equipo blanquinegro no tuvo esa contundencia de salida, pese a que se le presentaron ocasiones para haberle enderezado un crochet al partido. A Álvaro Gómez, por ejemplo, se le enredó una acción cristalina de Héctor Nespral, que había hecho un cambio de juego delicioso de 60 metros. Hubo una fase en la que el Fuenlabrada pareció llevar a Unionistas a las cuerdas, primero con una acción en la que Camus enmendó el patinazo de la zaga y, luego, con un misil de Bravo desde 40 metros que rozó el travesaño de Cacharrón. El equipo de Ponz se sacudió a partir de ahí la presión y golpe a golpe fue volcando el partido hacia el área de Belman. Hasta que Etxaniz, que de verdad tiene pinta de boxeador, soltó un gancho demoledor: el ariete vasco estuvo ojo avizor para interceptarle el error en el control a Sotillos y de una asistir al espacio confiando en que Álvaro Gómez también hubiera leído la acción como él. El extremo salmantino, por supuesto, estaba donde el delantero creía y solo tuvo que hacer la cucharita de Raúl para superar al meta madrileño para encarrilar el triunfo de Unionistas, el octavo de lo que va de temporada.
El Fuenlabrada, que ya decíamos que es un equipo duro de roer, se lanzó a por el empate sin limpiarse la sangre. Raúl Hernández tuvo en sus botas las tablas en un parpadeo, pero Cacharrón apareció salvador a pecho descubierto para arreglar el error (im)propio de Giménez.
Con el gancho frenado con la mano, Unionistas asestó su segundo crochet del partido, lo encontró en el minuto 40; otra vez a través de Etxaniz en la primera gran exhibición como jugador blanquinegro. Tan serio fue su partido, que la única manera que David Alba encontró de frenarle fue abrazarse a él cuando ya armaba la pierna para fusilar a Belman. García Gómez señaló el penalti sin pestañear, porque la falta se cometió con luz y taquígrafos. Nespral cogió el balón, lo limpió con delicadeza sobre su regazo y anotó el segundo tanto para el equipo de Ponz cerrando una primera parte serísima. Que se remató con ovación atronadora del Reina Sofía como recompensa.
Unionistas debió respirar mucho en el descanso porque le costó cogerle el aire al segundo tiempo. En tres acciones seguidas de Álvaro Gómez, el equipo se reenganchó. Ningún de sus tres remates zurdos, eso sí, encontraron puerta. Pero tuvieron el efecto que requería el partido a esas alturas: no se volvió a jugar a nada más y Ponz logró igualar su mejor racha en Liga como técnico de Unionistas para hablar con voz más grave de la Copa y de playoff.
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