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Toti junto con sus tres hijos y su mujer, Sandra, en Villares de la Reina MORGAN
Toti, el último icono de la cantera de la UDS, vuelve a casa

Toti, el último icono de la cantera de la UDS, vuelve a casa

Pone fin a 6 años en Tailandia y no sabe qué hacer: “Quiero seguir jugando, y no descarto hacerlo en España, pero la vida me ha demostrado que cambia en un instante”

Sábado, 17 de julio 2021, 12:20

En la pequeña plazoleta que bordea la calle de la Fuente el ajetreo de un partidito de fútbol con una pequeña pelota de goma espuma amarilla —la farola y un arbolito son la portería— rompe la tranquilidad que se respira a las doce en punto del mediodía en Villares de la Reina. El pequeño Joel regatea a su sombra y a las indicaciones de su padre; a mamá Sandra le toca hacer de portera y mientras la pequeña de la familia, Lía, se mueve entre el carrito y la zona ‘defensiva’. Daniela está zambullida en un mar de libros y ‘pasa’ del juego. La llegada de un balón ‘Puma’ —el oficial de LaLiga— para en seco el choque. “¡Si es más grande que ellos!”, dice Daniel García [33 años], mientras recoge el balón con el pie derecho y empieza a dar toques hasta recuperar casi 100 días después el nombre que le catapultó de la cantera de la UDS al fútbol profesional: “Hacía tres meses que no lo tocaba...”. Toti ya es Toti. Y está de vuelta. “Tenía unas ganas tremendas de volver, llevaba tres años sin pisar Salamanca y todo ha cambiado un montón”, espeta contento de su retorno con 6 temporadas completas en el fútbol de Tailandia metidas en las maletas del retorno.

¿Es vuelta, vuelta? “Sí, sí. He tenido opciones de quedarme allí pero eso suponía un cambio de ciudad y no me compensaba”. ¿Y, entonces, qué? “Estamos mirando cosas, también en España, pero como han cambiado las categorías hay dudas con los presupuestos. Voy a mirar todo y lo que más le convenga a mi familia es lo que haremos finalmente”, afirma antes de ponerse, incluso, la cinta de meta a su carrera: “Uno siempre quiere seguir, y tengo ganas, pero cuando tienes familia se tienen que poner en valor otras cosas. La vida me ha demostrado que no puedes planear nada porque de un momento a otro cambia”.

Tanto como para que de aquel extremo que se desenvolvía en las dos bandas del Helmántico y que se marchó en el verano del 2011 ya no queda casi nada: “Ni siquiera el físico. ¿No me ves más delgado? Entonces estaba muchísimo más musculado”. “El caso es que en Tailandia he jugado de todo, ahora ya no soy ese jugador de entonces, primero por la velocidad, y segundo porque he aprendido a ubicarme en otras zonas del campo. He hecho de todo, he jugado de carrilero y hasta de centrocampista. Es una de las cosas que me ha dado el fútbol de allí”. Y dos títulos.

“La verdad es que Tailandia me ha dado un cambio de vida radical, firmé para dos años y medio y he estado seis. Y eso que los primeros seis meses no fueron nada buenos... Pero aprendí que allí la vida es muy volátil y empezamos a pensar en semestres, hasta ahora, que llevamos siete días en Salamanca. Con mantener un perfil bajo y trabajo he conseguido que media carrera se me haya ido allí. Y estoy contento. No soy de arrepentirme, no me voy a preguntar si me podía haber ido mejor en el fútbol porque lo que sé seguro es que me podía haber ido mucho peor, y eso lo tengo claro”, afirma.

“En España hay cosas buenísimas... y nos quejamos mucho”. Al margen del fútbol: Toti se ha traído dos hijos más. Los dos pequeños que siguen jugando junto a su madre mientras miran de reojo como papá repasa su vida anterior: “Allí he aprendido un montón y también me ha dado tiempo a echar de menos otro montón de cosas. En estos años te das cuenta que en España hay cosas buenísimas, que se vive muy bien... y que nos quejamos mucho. La verdad, tenemos un buen país; eso me ha cambiado el chip: la gente allí vive con menos y eso te hace crecer como persona. Son más tranquilos y yo esa tranquilidad me la traía al fútbol de aquí...”.

“De Tailanda me traigo la familia que quería y el inglés”

Y del fútbol de aquí solo le interesa el Helmántico: “Se está utilizando y eso es lo que me importa. Al principio me daban como pinchazos en el estómago cuando lo veía dejado de la mano de dios... Siempre lo digo, cuando jugué en España —Alavés, Cádiz, Granada, Hércules...— todo el mundo hablaba genial de este campo: es un estadio chulo y si lo hubiéramos llenado más a menudo nos habría ido distinto”.

El Toti que regresa ya no es extremo y más cosas; por ejemplo, vuelve como un hombre familiar: “Tengo tres hijos. Vengo de familias grandes, mi padre eran 9 en casa y mi madre 7, y siempre he querido tener una familia grande. Estamos todo el día juntos y eso me encanta: ellos son importantísimos, cuando vives tan lejos y la vida te genera problemas cualesquiera de ellos, por pequeño que sea, te golpea por tres. Su apoyo ha sido clave. Hemos sufrido, pero hemos sido felices allí”. Y más que eso: ahora sabe inglés. “Mira, es otra de las cosas que me traigo. Siempre fui malísimo. Es la única asignatura que me quedaba. Mis hijos lo hablan, sobre todo la mayor, con muchísima fluidez”.

El partidillo y los recuerdos le surgen bajo la mascarilla. El contraste que se ha encontrado entre España y Tailandia no es radical, pero casi: “Cuando aquí peor estábamos allí estábamos muy bien... Bueno, muy bien es un decir, el de allí es un Gobierno un poco militar. Lo cierto es que estaba todo abierto y ahora, justo cuando nos veníamos, se ha puesto peor la cosa y van a cerrar. Ha coincidido que aquí ahora la cosa está mejor y que ya me han dicho que me voy a vacunar, así que a pesar de lo mala que ha sido la pandemia hemos tenido suerte. Sinceramente, creo que aquí lo habéis pasado peor que nosotros”, explica mientras a sus hijos ya se le ha perdido la cuenta de los goles que llevan: “Ya ves cómo están; a mí ahora no me da la vida para pensar en el fútbol. Todo se resolverá. Ya veremos dónde”.

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