El estadio Helmántico disfrutó como un niño el 'piii' de Cordero Vega dando rienda suelta al choque de la segunda ronda de la Copa del Rey entre el Salamanca UDS y el Celta de Vigo. Esos 15 segundos la gente los saboreó como pocas veces se ha visto en este escenario. Y como, desde luego, no lo hizo en el resto del partido. Ese sueño tan recurrente para la afición del Salamanca UDS pasó a ser una realidad: ¡un Primera jugando en casa tantísimos años después! Un «¡uo!» recorrió de Norte a Sur el estadio, antes de que a la grada de animación le salieran las palabras: «¡Salamanca, te quiero!».
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Al equipo blanquinegro todo este envoltorio le pesó. Muchísimo. Más que la exquisita colocación del conjunto de Giráldez. O que la velocidad con la que movió el balón el equipo celtiña, que hizo las veces de falla tectónica entre el fútbol de máxima categoría y este nuestro de Segunda Federación. Sin embargo, nada de eso fue lo que llevó a abrir el marcador al equipo celeste cuando no se habían escrito dos renglones de encuentro. Los nervios a flor de piel le jugaron una malísima pasada a Caramelo —el héroe del pase de ronda ante la AD Alcorcón— cuando había venido a ayudar a Murua en el lateral derecho. El salmantino trató de cambiarse el balón de pie a pie dentro del área cuando Ristic le avasalló sin miramientos. Jon Villanueva leyó acción a ese ritmo de Primera División y le sacó el remate al jugador del Celta de Vigo; pero no pudo hacer nada en la continuación de la jugada: Swedberg estaba con la caña preparada para echar la primera palada sobre la ilusión de la gente. Que se sacudió la arena casi sin mirarse.
Como también lo hicieron los jugadores. El gol en contra serenó al Salamanca UDS durante un cuarto de hora largo. Por momentos el equipo se olvidó del marcador y empezó a encontrar líneas de pase, especialmente en el centro del campo, pese a que la complejidad de la tela de araña del Celta era máxima. Así llegaron tres acercamientos que preñaron de «uys» las techumbres del estadio de la carretera de Zamora. Primero Emaná, luego Caramelo y, finalmente, Murua. Cada una fue más clara que la anterior. Y a la gente no le quedó otra reconectarse al sueño. Y si...
El subidón duró un suspiro. Como al principio. El golpe de realidad ahora fue más duro que el anterior. Porque de verdad que se vio el empate. Y de nuevo por un error no forzado el Celta ya no es que ampliara su ventaja, es que dejaba el partido visto para sentencia con 56 minutos todavía por jugarse. Villanueva le barrió los pies a Alfon (no le quedó de otra tratando de enmendar el despiste previo de Amaro) y nada pudo hacer ante el exquisito lanzamiento desde los once metros de Hugo Sotelo. Antes de que se llegara al descanso el propio Alfon amplió la ventaja con una gran asistencia a Durán y le echó la última palada de tierra al sueño del Helmántico de pelear el pase de ronda. Que Emaná estrellara un balón en el palo en la última acción del primer acto también ayudó.
Giráldez dio entrada a Sergio Carreira y Allende tras el paso por vestuarios y renovó el ya de por sí fresco conjunto celeste. Jehu, no. Siguió con la misma idea en busca de la calidad de bronce de su gente le llevara al premio del gol de honor. Que Caramelo tuvo en su bota derecha nada más arrancar el segundo periodo. Al Celta le costó volver a probar a Jon Villanueva, pero cuando lo hizo fue letal. Para asestar una bofetada de realidad con los tantos de Allende, Carlos Domínguez y Fer López (por partida doble). Con los que se dio por cerrado el reencuentro del Helmántico con la Copa y un Primera tanto tiempo después.
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