A Fassani (Montevideo, 14 de marzo de 1993) no le han podido pasar más cosas en menos tiempo. De hecho, es que el panzer charrúa ha pasado de recuperarse a su ritmo a meterse en una espiral de 70 horas que todavía hoy digiere: «No sé si he llegado a los 90 minutos de juego y la de cosas que me han pasado...», resopla al recordarlo.
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Su tecla start se pulsó a las 20:43 horas del pasado miércoles 6 de septiembre, cuando entró al terreno de juego sustituyendo a Antonio Amaro en la final regional de la Copa Federación. Un runrún de expectación recorrió el Fondo Sur y la Tribuna. 49 minutos después (21:32) el estadio erupcionaba volcánico: «¡Gool!». Caía su primer tanto con la camiseta albinegra. «Fue algo único. Me quedé con todas las ganas del mundo de jugar con el Sant Andreu en la fase de ascenso y, ahora, tener la oportunidad de debutar en el estadio contra un equipo tan bueno (el Numancia) y la primera pelota que toco, meterla, es bastante gratificante y no sólo por el gol; sino por todo lo que he hecho durante el verano», desvela Fassani, que 13 minutos después fallaba el primer penalti de la nefasta tanda de penaltis que despertó al conjunto albinegro una vez más del sueño de la Copa del Rey. En el reloj marcaban las 21:45. A esas alturas ya todo el mundo sabía qué '9' es Germán Fassani: «Cómo juega de espaldas», ha sido la conclusión unánime. «Bueno», trata de explicarse, «a mí como jugador me gusta intentar asociarme, pero soy sincero, pienso que tengo compañeros que hacen muy bien eso. Yo lo que tengo que hacer es intentar potenciar las cualidades de cada uno desde mi posición. Por eso, a veces, tengo que ejercer de referencia para darle aire al equipo aguantando balones de espaldas. Y, luego, está claro hay que estar al remate que es dónde se hacen los goles. Por muchas ganas de correr y tocar el balón que uno tenga, un delantero sobre todas las cosas tiene que ser paciente, esperar la ocasión y no desaprovecharla».
Ya es jueves 7 de septiembre. Son las 10:00 de la mañana (23 horas después de haber debutado en partido oficial, de haber marcado y de haber fallado un penalti). «La primera sensación que tengo es que me encuentro bien físicamente, no he hecho una pretemporada normal, pero la lesión está olvidada. Lo que me queda es seguir poniéndome a punto para intentar estar ya al cien por cien», explica el delantero uruguayo, que alarga la respuesta con un muy tímido acento rioplatense en el que no se escapa ni un sólo «bo» —expresión tan charrúa—: «La realidad es que al haber hecho previa a la pretemporada un trabajo individual llego bastante bien de fondo y de fuerza. Me perdí varias semanas en pretemporada, pero fue todo con balón; porque trabajar estuve trabajando, corriendo como el que más, todo físico».
A una hora indeterminada del sábado Jehú Chiapas le comunica que va a ser titular (como estaba planeado, tal y como informó este diario con una semana de antelación). A las 19:07 horas, con 77 minutos de juego disputados se va camino del vestuario tras ver la roja directa. ¿Qué pasó? «No lo sé a día de hoy. De verdad que no. Te digo sinceramente que cuando pitó y vi la tarjeta no supe ni qué protestar, porque no entendí la decisión. No fue una jugada en la que podía tener duda con algo, la única realidad es que el balón se va un poco largo, intento pasarla a un compañero y, en ese momento, un rival se me tira a los pies, toca balón, yo le doy en la pierna sin más... En un pase de dos metros me expulsa. Sigo sin saber por qué. Me fui con rabia porque el partido estaba complicado. Ahora mismo, ya más tranquilo, me doy cuenta de que me perderé el siguiente partido por una jugada tan tonta...».
A ninguna hora del día Germán Fassani mira redes sociales para ver qué dicen de él. No tiene. «Por suerte muchas veces y, lamentablemente, por otras», trata de justificarse antes de reconocer que sí que saben qué son y qué hablan de él: «Si que me lo han hecho notar en el día a día. Me llega. Y luego la gente por la calle me lo hace saber. Es bonito que a uno le tengan confianza. Que esperen goles no me genera presión, porque cuando entro al campo me siento tranquilo, y lo que sí que me da es motivación. La responsabilidad me gusta». Por último en esas 70 horas de locura ha «disfrutado» del lugar en el que ha recalado: «Lo de la afición es impresionante, viví algo parecido con el Cacereño, pero no igual... Pienso que es un año para estar unidos y disfrutar».
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