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Cuando Antonio Amaro (31 años) pisó por primera vez el Helmántico con la camiseta blanquinegra, ni el club se llamaba Salamanca ni el escudo era el de la Unión; el proyecto mexicano sólo había hecho que empezar y él tenía 25 años. Hoy suma 200 partidos, que se dicen pronto, que parten como mediapunta y desembocan en la defensa, que arrancan en la vieja 3ª División y tienen su meta en la nueva 3ª RFEF. Entre medias, una vida dedicada a un club, y más sinsabores que celebraciones. «Pero yo me quedo con lo bueno», asegura. «Para mí es un orgullo cumplir 200 partidos en este club. He hecho gran parte de mi carrera en el equipo que quiero».
¿Cuáles son esos momentos buenos, por recordarlos?
—Pues, hombre, por ejemplo, el ascenso con todos mis amigos, el montón de compañeros que han pasado por Salamanca. Y luego está que he madurado muchísimo como persona. Creo que puedo sacar muchas cosas positivas de mis 200 partidos.
Si el 17 de julio del 2017, cuando le presentan como nuevo jugador del entonces Salmantino, le cuentan la película, ¿qué habría hecho?
—El fútbol es la incertidumbre de si la cosa va a salir bien o no. Por suerte para mí, desde el primer momento siempre han contado conmigo, y he podido aprovechar y estar todos estos años aquí porque al final yo he querido estar y el club ha querido que yo esté.
Hubo un verano —el de la temporada 2018/19, la primera en 2ªB— en que esa confianza estuvo cogida con alfileres.
—Para mí ese ha sido el momento más difícil en el club. Al final no lo pasé yo sólo mal, sino toda la gente que estaba alrededor, mi familia y mis seres queridos. Yo sabía que estaba fuera del club, y así me lo comunicaron, pero al final Campos (José Miguel, técnico de la jornada 1 a la 6 esa campaña) apostó por mí, decidió poner su puesto a disposición del club si no me renovaban y en parte gracias a él llevo estos 200 partidos.
Le comunican que no supera la prueba en la que estaba en un viaje de Talavera a Salamanca.
—Son dos -tres horas que tengo grabadas en la cabeza. Fueron horas de lo que te he dicho, el fútbol es incertidumbre: yo salí de ese partido contento porque fue mi mejor partido esa pretemporada y nada más acabar Movilla me comunicó que no iba a contar conmigo, Campos le contestó que él no sigue si no renuevo. Gracias a dios, a él y a mi representante la situación se revirtió.
Sorprende que diga que esas horas son de las más difíciles de sus 200 partidos en este club, cuando luego ha vivido, descensos, impagos y hasta el cierre del Helmántico...
—Es que para mí esos días fueron tan difíciles, sin saber si iba a seguir o no, que me han marcado mucho. Pero sí, como tú dices, evidentemente ha habido momentos también muy complicados como, por ejemplo, ese año la salida de Carlos Martín; por supuesto, los descensos, el cambio de entrenadores, la pretemporada en México... Son muchas cosas que al final acaban siempre en aprendizaje, es que son las cosas que decía que me han hecho madurar.
De aquella época es el único que queda, ya no está ni Carlos de la Nava en Unionistas.
—Sinceramente me da un poco de tristeza. Ojalá hubiera gente de Salamanca ligada durante muchísimos años a sus clubes, ahora mismo en nuestro club si es verdad que hay gente salmantina. Algunos han vuelto, como Álex. En todos los lados es así, el jugador de casa tiene que demostrar el doble y se le cuida poco.
¿Quién es el que no cuida a los jugadores locales? ¿Los clubes, la afición o la prensa?
—Sinceramente yo creo que los clubes. Los aficionados creo que siempre se sienten identificados cuando hay algún salmantino en el campo. Pero el fútbol es un negocio y los clubes buscan lo mejor para ellos.
Hablando de Unionistas, ¿qué le produce verlo en Primera Federación y jugando contra el Barça?
—Desde la distancia lo valoro. Creo que están haciendo las cosas muy bien. Sinceramente no me preocupan mucho, pienso solamente en el Salamanca, tenemos muchísimo que mejorar. Pero me da envidia sana y ojalá en algún momento podamos vivir cosas así.
Me ha dicho mucho la palabra madurez, ¿esa madurez ha hecho que encaje mejor los golpes? A usted últimamente se le ha criticado duramente por ser comedido en sus posicionamientos sobre el club.
—Al final yo respeto que la gente pueda criticar mi postura, pero yo creo que cada uno intentamos siempre que las cosas salgan lo mejor posible y estén lo más tranquilas dentro de nuestros trabajos. Desde mi posición, mi único objetivo es crear una estabilidad, que las partes vayan ed la mano, que es algo que se pide muchas veces.
Sin saber en qué categoría estará el club la temporada que viene, si le pregunto qué pasara en diciembre ¿qué me contesta?
—Es verdad que, para nuestra desgracia, hay cosas cíclicas. La realidad es que como que en pretemporada coges unas expectativas muy, muy muy altas, la gente se vuelca con nosotros, empieza la temporada y parece que todo es un desastre. Llega navidades empezamos a crecer y acabamos en el mejor momento de forma.
¿Fue un error de inicio de temporada hablar de tener que ascender de manera directa para evitar lo de San Andreu?
—No, no, para nada. Yo creo que el objetivo del club está claro. Lo que sí creo que nos hemos equivocado es en autoexigirnos que todos los partidos tengan que acabar 4 o 5 a 0. Yo creo que en la categoría se ha visto que es imposible que haya equipos que ganen 5-0 y arrollando.
¿Jugar como central le ha sacado de esa rutina? ¿Es una ilusión nueva en su carrera?
—La verdad es que siempre he jugado en posiciones adelantadas. Yo esto lo llevo como un aprendizaje. No estoy incómodo. Aunque sí que es diferente, tienes que hacer más recorrido, estar más en constante movimiento. Ser central es mucho más mental. Al final tienes que estar concentrado los 90 minutos en que tienes que pensar en tu marca, en ayudar más a tu compañero que tú con balón. Y al final es un poco más estar concentrado mentalmente.
Dice eso a las puertas de enfrentarse al Real Ávila este domingo.
—No voy a descubrir que están haciendo una temporada increíble. Sí es verdad que es un equipo que comete muy pocos errores y arriba las pocas que tienen, las aprovechan. Nosotros sabemos que tenemos que ir allí a muerte a competir desde el primer momento. Y como he dicho, los pocos errores que tenga, aprovecharlos.
Salgase un momento de ese foco del Real Ávila, ¿en estos 7 años alguna vez se ha parado a pensar qué será de usted cuando no juegue al fútbol?
—Sí, claro, claro, que lo he pensado muchas veces. Nuestra profesión tiene caducidad y mi sueño y lo que me estoy preparando es para seguir ligado al mundo del deporte. Si puede ser en mi club, muchísimo mejor.
Lleva casi los mismos años siendo entrenador en la base, ¿se ve de técnico?
—Sí, la verdad es que sí. Estoy aprendiendo mucho con ellos. Me gusta, pero no quiero decir que vaya a ser entrenador. Puede ser de otra cosa ligado al club, ayudando de alguna manera como en Estados Unidos o en otras culturas, ¿sabes? No quiero decir como entrenador, que ojalá también fuera entrenador.
¿Como director deportivo?, dicen que usted ha propiciado alguno de los últimos fichajes de su equipo.
—No, no, para nada [esboza una carcajada]. Yo me dedico a jugar, que bastante tengo. Y bueno, pues todo lo que pueda ayudar al club es algo que siempre haré.
Si la temporada acaba en la fase regular podrá acabar con 212 partidos jugados, si es con playoff, con 220. ¿Habrá más Amaro a partir de ahí?
—Tengo contrato, así que espero que sí. A no ser que pase alguna cosa rara. Espero que haya muchos más partidos más en el Helmántico.
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