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Domingo, 19 de septiembre 2021, 22:48
El Salamanca está en construcción. Este mantra es el que repite el técnico Antonio Calderón apelando a la juventud de la plantilla y a que el bloque es prácticamente nuevo con respecto al curso pasado. En ese proceso de edificación, los de Calderón ya tienen automatizado e interiorizado con bastante acierto la solidez defensiva, que no consiste solo en no encajar sino en que no te genere el rival, pero la asignatura pendiente es el ataque. Esa falta de frescura y acierto arriba es lo que ha condenado al Salamanca para empatar (0-0) ante el Bergantiños, que ha estado en inferioridad numérica casi toda la segunda mitad. Sin gol no hay triunfos.
Los millones de expertos futbolísticos que respiran en este planeta coinciden en que hay que ser contundentes en las dos áreas. En la propia, el Salamanca lo es, en la contraria, todavía queda un mundo por mejorar.
Antes del pitido inicial, un cántico cariñoso a Uxío en su regreso al Helmántico en la delantera del Bergantiños y a funcionar. En los primeros minutos se ha visto a un Bergantiños más cómodo. Y en el 18 Yelco, tras un gran regate, se planta solo en el área salmantina y le pega con todo, pero Javi Benítez repele con seguridad. Con el paso de los minutos el Salamanca va cogiendo el pulso al encuentro. Antes del descanso dos ocasiones claras espolean a los salmantinos. Murua roza el gol de cabeza, en el 37, mientras que Carmona en el 40, tras un magnífico recorte, falla en la definición. ¿Se acuerdan lo de la contudencia en las áreas? Pues eso.
Tras el descanso, con el Salamanca ya metido en el encuentro, ha llegado la jugada del partido. A los tres minutos del segundo tiempo, una patada en el centro del campo de Carlos López a Hugo Díaz hace que el colegiado se lleve la mano al bolsillo para sacar la cartulina roja directa. Muy rigurosa, y es que hay contacto pero no para tanto. Al Bergantiños le esperaban casi 45 minutos con un futbolista menos. Lo tuvieron claro los dos técnicos. Lemos hizo un triple cambio para colgar del larguero al Bergantiños y Calderón movió el árbol arriba y sacó toda la artillería que tenía en preferencia (nueva zona donde se sientan los suplentes).
Comenzaron los mejores momentos del Salamanca, pero también los más impotentes. El aficionado veía cómo su equipo quería, pero no podía. Chocaban una y otra vez contra el muro gallego. Los balones colgados por las bandas no llegaban con fluidez, las pelotas que se colgaban por el centro no acaban bien y nadie era capaz de desmontar el entuerto con un detalle de calidad. Jairo tuvo la más clara en un balón suelto en el área, pero su remate se fue muy alto y eso que le caía en muy buenas condiciones.
El Salamanca estaba acelerado y se desesperaba con las imprecisiones, que lo que hacían era meter más presión a los futbolistas de Antonio Calderón, que al igual que los aficionados del Helmántico, veían cómo estaban volando dos puntos. Hagan caso a los expertos y sean contundentes.
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