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Salamanca sigue exportando su talento también en el mundo del deporte. Y si no, que se lo digan a Julio Delgado: aunque hace casi tres décadas que se marchó de su ciudad para labrarse una espectacular carrera en el fútbol sala, primero como jugador y después como técnico, presume de sus orígenes y más ahora que ha sido considerado el mejor entrenador del mundo de clubes en el fútbol sala femenino. Como él mismo dice, “no se podía hacer mejor”, y después de tener que conformarse en 2020 con el segundo puesto de las clasificaciones, su espectacular campaña pasada con el Burela gallego, tras la que puso fin a una unión con el club de 24 años, le ha hecho merecedor a tal distinción en los prestigiosos galardones ‘Futsalplanet’.
“Suena a algo muy grande y puede que no sea consciente de lo que significa. Llevo toda la vida dedicada al fútbol sala y es un reconocimiento, y también una alegría porque es algo que va a quedar ahí”, confiesa mucho más tranquilo ahora que dirige al Rodiles asturiano de la Segunda División.
Los méritos eran incuestionables porque el Burela lo ganó todo: “Han sido cinco o seis años muy buenos y el trabajo ha dado sus frutos. Está claro que el entrenador tiene parte de culpa en los éxitos, pero en mi caso tuve grandes jugadoras y al club detrás”.
Tras esa inmejorable temporada 2020/21 y antes de recibir el premio, Julio Delgado decidió hacer un paréntesis en su carrera después de media vida ligada al Burela: “Fue un punto y a parte porque yo sigo viviendo aquí y estoy unido al club. Te acabas dando cuenta de que los ciclos sí existen y consideré que era el momento de dar un cambio porque me lo pedían la mente y el cuerpo. No sentía lo mismo que al principio y lo primero es disfrutar de lo que haces”.
Sin embargo, no pudo aguantar lejos de las canchas y firmó por el Rodiles asturiano, aunque la exigencia no tiene nada que ver, aunque sí su dedicación y entrega: “La realidad es que tenía que apartarme un poquito y se dieron varias circunstancias. El presidente del Rodiles, Santi Tuero, con el tenía muy buena relación, me dijo: échame una mano. Además mi hijo se fue a Asturias a jugar en Segunda B y me metí en este proyecto, que es muy diferente, con proyección de cantera, sin presión... Pero soy muy competitivo, y aunque sé donde estoy, intento sacar el máximo de ellas. Vengo del mejor equipo del mundo, pero no se me caen los anillos por entrenar en Segunda División. Les doy un sobresaliente, porque aunque sea un equipo amateur, su entrega es máxima”.
El fútbol sala no es el único deporte que le apasiona. Desde siempre le ha encantado el ajedrez - “me apasiona”, reconoce-, y además de haber jugado muchos años lo ha ligado a la docencia con los más pequeños: “Es algo que me llena muchísimo el poder inculcarles valores”.
Y de lo que no se olvida nunca es de Salamanca: “Allí tengo a mi familia y la de mi mujer. Tengo un grupo de WhatsApp con los compañeros de la carrera de Derecho de hace más de treinta años y nunca lo dejaré, como la relación con mis amigos del colegio Gabriel y Galán”.
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