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Alejandro Sánchez Palomero le espera un 2022 “normal”: una prueba por mes con el objetivo marcado en el mes de noviembre, que es cuando se celebra el Mundial en el que se juega la renovación de las becas con las que subsiste como deportista paralímpico. En 15 días arranca la temporada de triatlones con el Campeonato de Europa: “El objetivo es ir poco a poco. Mi meta es llegar al final de la temporada con energía; la temporada pasada —con Juegos incluidos— fue muy exigente y el reto es dosificarse de cara a esa gran cita”, explica Sánchez Palomero.
El repaso al calendario es rápido, porque a Sánchez Palomero le aprieta el tiempo y las ideas en la cabeza. De hecho, en medio de la pelea por las medallas que le den las becas para seguir en competición, se ha embarcado en un proyecto ‘magno’ —así es como lo ha denominado— que le puede llevar al olimpo de los deportistas españoles: competir en cinco Juegos distintos, en hacerlo en el formato de verano y de invierno; y el reto mayúsculo, hacerlo en una tercera disciplina deportiva que nada tiene que ver con las que ha practicado —y en las que ha triunfado—. Nada de natación, ni tampoco de bicicleta ni de carrera a pie. El nuevo deporte que se ha metido entre ceja y ceja, Sánchez Palomero, es el biatlón, un deporte de invierno (cabe recordar que reside en Mallorca), que combina el esquí de fondo y el tiro con carabina. “He ganado dos medallas olímpicas en dos modalidades distintas y ahora quería entrar en la historia por hacer a la vez cinco modalidades distintas de deportes”, explica. “Cuando gané la medalla en Tokio se me empezó a pasar por la cabeza ir a unos Juegos de Invierno, luego indagando vi que ya era algo que habían hecho otros deportistas españoles —Magda Amo, Juan Carlos Molina y Miguel Ángel Pérez—, pero que ninguno de ellos lo había hecho en tres modalidades distintas. Ahí quedó la idea, hasta que en las pasadas navidades me contagié de covid y con el tiempo libre del aislamiento encontró el deporte: el biatlón”, desarrolla la idea. “Me va a tocar empezar de cero para conseguir el objetivo de estar en 2026 en esos Juegos, porque yo nada más que he esquiado una vez cuando era pequeño en una de esas semanas blancas en las que nos llevaban a la nieve por Semana Santa, y fue en Andorra. Y, desde luego, no he disparado en mi vida. Pero el reto me encanta: la federación vasca de deportes de montaña me ha abierto las puertas al explicarle mi idea, y hasta han dado vida a un proyecto más allá de mi reto que es precioso. Ahora me toca empezar a trabajar y a ver qué pasa. Cambiar así de manera radical de deporte no algo ajeno a mí, porque ya me pasó con la natación y el triatlón y es algo que asumí bien. Tengo claro qué es lo que quiero y también que no voy a perder el tiempo: si los entrenadores me ven que no doy la talla, ahí quedó la idea”.
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