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Este pasado sábado el fútbol de cantera en Salamanca escribió una nueva página que nadie querría leer. El error en una acción del juego por parte de un colegiado de 13 años en un encuentro de la categoría infantil, entre el Jai Alai y el Santa Marta, concluía con una agresión de un progenitor del equipo visitante a Jorge Torés, delegado de campo en el Jai Alai, cuando éste intentaba «auxiliar» al trencilla una vez finalizada la contienda. Pese a sufrir una agresión, Torés cogió su coche 24 horas después para dirigirse a Santa Marta y encontrar respuestas a la agresión y reunirse con aquel padre. Y es que, tras lo ocurrido, el miembro del Jai Alai reitera lo siguiente: «No soy la víctima, la víctima de verdad es el niño de 13 años».
Regresemos al sábado y pongamos el reloj a las 18:00 horas en el Rosa Colorado.
—Era un partido tenso. Era el segundo contra el tercero. Se presuponía un encuentro tenso y al final fue más tenso de lo que imaginaba.
¿Qué lleva a todo lo acontecido una vez finalizado el partido entre el Jai Alai y el Santa Marta?
—El partido estaba muy caliente, y llega un momento que el árbitro comete un error grave. Ahí, las formas en la grada pasaron a ser vergonzosas porque puedes entender el enfado, pero no el comportamiento desproporcionado hacia un niño de 13 años que solo está arbitrando.
Con el pitido final, llegaría lo que nadie imaginaba.
—Antes de terminar, algunos de los jugadores del Santa Marta ya propiciaban una serie de insultos, que no me parecían ni medio normales. Intenté calmarlos porque estaban diciendo cosas intolerables al colegiado. Pita el final y lo primero que hago es ir a auxiliar al árbitro, porque podía pasar algo grave. Llego y veo sus ojos. Unos ojos de miedo porque no sabía muy bien cómo reaccionar al ver con un padre ingresaba al campo e iba hacia nosotros. Él quería salir corriendo al vestuario, pero le dije que se quedase detrás mía y que yo le acompañaría. Cuando me di la vuelta teníamos a un padre delante, desconocía sus intenciones. Y ahí empezaron las voces. La seguridad del niño era responsabilidad mía y yo les dije que se salieran del campo porque no podían estar en él. Todo se calentó, y en unos segundos recibo un cabezazo por parte del hombre.
Y no quedaría el asunto ahí.
—No reparé demasiado en que me había dado un cabezazo porque para mí lo principal era la seguridad del chico. En todo momento lo tenía debajo de mi brazo, pero de nuevo, me volvió a agredir con un tortazo.
¿Sus compañeros y el colegiado le 'invitaron' a denunciar la agresión?
—Sí. Todo se calmó, y cuando llego con el árbitro al vestuario había padres esperando y no diciendo cosas muy bonitas al chico. Al llegar a mi vestuario me dicen que tengo sangre detrás de la oreja, pero era una minucia. Tenía dudas de si ponerlo en el acta porque seguía sorprendido con lo que acontecido. Además, yo quería tomar otro camino.
Ese «otro camino» le llevó a tomar el coche solo 24 horas después con dirección a Santa Marta, ¿verdad?
—Creo en el diálogo, creo en las segundas oportunidades y creo, aunque sea un iluso, que todo el mundo es bueno hasta que se demuestre lo contrario. Cogí mi coche y fui a Santa Marta para hablar con su coordinador y poder sentarme con ese padre.
Muchos no entenderían su decisión. ¿Qué les diría?
—Quiero tender mi mano porque necesito respuestas, sobre todo saber por qué esa actitud en un partido de niños. La víctima no soy yo. A mí me pegaron, pero es una minucia. La víctima de verdad es el niño, un niño de solo 13 años. Me gustaría decirle que haga un ejercicio de empatía y que sea capaz de ponerse en el lugar del árbitro, y sus padres.
Su respuesta demuestra cómo vive el fútbol de cantera.
—Si denuncio lo primero que voy a conseguir es un padre cabreado, ofuscado y un 'muro' entre él y yo. Y no quiero eso. No necesito una disculpa porque estoy convencido de que este señor no es mala persona. Igual tuvo un mal día...o a saber. Pero lo que quiero es que entienda que esto no debe suceder en estos partidos. Tú imagínate que respondo a la agresión, qué imagen estamos dando a los críos. Desde el Santa Marta me trasladaron que harían todo lo posible para que nos sentáramos, porque yo confío en los buenos actos de las personas la verdad.
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