Los tres protocolos de la vuelta del fútbol base

A espera del “sí” de la Junta de Castilla y León para el arranque de la temporada del fútbol de cantera, la seguridad para esquivar con el mayor porcentaje de ‘éxito’ los contagios es una obsesión para todos y, también, el gran aval que presentan para que las autoridades sanitarias acaben de dar su ‘brazo a torcer’.

En este sentido, no es uno sino tres los protocolos vigentes a los que ya tienen que hacer frente los clubes para poder entrenar “sin contacto”, que es lo que a día de hoy se les permite. Y son: los del Consejo Superior de Deportes, el de la propia Federación de Castilla y León de Fútbol (que se rige por las normas dictadas por Sanidad de CyL y la RFEF) y el que los propios clubes han implementado para tener el visto bueno del Ayuntamiento y poder empezar los entrenamientos

Las medidas básicas implementadas por el CSD, que es quien regula el protocolo de vuelta en el mundo del deporte —y se puede considerar la matriz de los 3 existentes—, recoge que el flujo de deportistas debe de ser un único sentido para evitar el cruce de personas, que el calzado se limpie, que no se compartan bebidas, la creación de las figuras del ‘delegado COVID’ y el responsable de higiene —el primero tiene el deber de anotar la incidencia del virus en su club, y el responsable en caso de negligencia, y el segundo de que la instalación esté desinfectada— o la distancia interpersonal en los vestuarios; algo que el protocolo de la FCyLF impide, ya que lo que hace es aumentar el grado de celo con el que se combate el virus.

Este segundo protocolo obliga a entrenar con la mascarilla puesta sin excepción, a tomar la temperatura o a entrenar en grupos de no más de 6. Estas medidas se completan con los protocolos que los propios clubes han creado para obtener el visto bueno municipal y así poder entrenar: entre otras cosas, se habilitan zonas ‘francas’ en las que esperar turno de entrenamiento (caso del Pizarrales), se hace obligatorio el uso del hidrogel, se prohibe la entrada al recinto de los padres o se crea el entretiempo —de 10 minutos— entre sesión y sesión para ‘airear’ y limpiar, caso del Hergar.

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