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El fútbol de Salamanca ya tiene su primera generación dorada del nuevo milenio: la del 2003. Por méritos propios, además. Con una temporada —la que viene— por delante aún como ‘canteranos’ (juveniles de tercer año), la tropa de jugadores nacidos en la Champions de la consagración de los Pirlo, Nesta o Shevchenko con el Milán de Ancelotti tiene ya sus nombres propios, con dos sobresaliendo por encima por aclamación: Bruno Iglesias (01 de mayo de 2003) y Carmen Álvarez (24 de febrero de 2003). Real Madrid y Atlético de Madrid, respectivamente.
El primero está a las puertas de firmar su primer gran contrato con el conjunto del Bernabéu, tras enlazar ya seis temporadas en la cantera blanca en las que no ha parado de crecer —Zidane para el primer equipo y Raúl para el Castilla lo han tenido en sus oraciones— hasta el punto de haber sido ya bautizado como el “nuevo Kaká”. A Carmen Álvarez la comparación le llega con Ronaldo Nazario: “Por potencia y olfato de gol”. La delantera de Ciudad Rodrigo ha debutado ya con el primer equipo del Atlético de Madrid y lo hizo a lo grande: gol en la Primera Iberdrola con tan solo doce minutos sobre el terreno de juego.
Estos éxitos reverdecen sus hazañas en la cantera de Salamanca firmadas no hace tanto. “Bruno era diferente a todos los demás; en mi carrera han pasado muchísimos alevines y es el jugador más talentoso que vi”, recuerda Coque Flores, quien lo entrenó en su última campaña en la cantera charra —campaña 2014/15—, curso en el que fue el pichichi de la cantera con 56 tantos. “Y eso que no jugaba más que otros niños para marcar; con un minutaje tirando a la baja hizo esa marca”, rememora. “En esos minutos demostraba una superioridad muy grande sobre el resto. Hacía cosas que no son normales y uno ya podía prever que iba a hacer las cosas que está haciendo”, dice Coque.
¿Cómo era entrenar con él? “Era un chico muy normal, muy compañero y muy humilde”, y esa es una de las claves de que esté como está. “Carmen era muy tímida. La subimos desde alevines (campaña 2015/16) porque metía cinco goles cada partido, y no defraudó”, afirma David Risueño, técnico de la delantera mirobrigense. De la que Coque, también tiene recuerdos: “Pero no agradables, sino de sufrirla”, acota entre risas: “Tenía una superioridad física descomunal. Era impresionante ver cómo se deshacía de los niños. Parecían muñeco”.
“A nosotros eso nos hizo jugar una fase de ascenso a categoría Regional, que para un club como el Ciudad Rodrigo es un éxito”, acota Risueño. “Las condiciones físicas ya las tenía en ese momento. Y no solo su juego era el físico, era capaz de hacer buenas conducciones y tenía un gran olfato. No se podía ver que iba a debutar y a meter gol el primer día en Primera, pero sí que iba a llegar lejos”, dice quién la entrenó con 13 años. Ahora tiene 18, como Bruno. Y ambos encabezan la primera generación dorada del fútbol de Salamanca del milenio: la del 2003.
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