El ‘negocio’ que está en juego con el regreso del fútbol base: incluso ingresos por derechos de TV procedentes de Primera División

Al margen de ser un hobby —pasión para muchos— para las casi de 5.000 personas con licencia en Salamanca, el fútbol es también un ‘negocio’; o dicho, de otra manera, tiene una economía propia. Para que un club compita no solo hace falta que 14 o 15 niños quieran jugar, sino que hace falta una inversión económica que acompañe a esas ganas de ser federado. Así, antes de que el balón empiece a rodar, un equipo debe hacer frente al pago de la inscripción (que oscila entre los 499 de un cadete de Tercera División y los 312 de un benjamín de Primera), la mutualidad (el seguro que cubre al jugador de posibles lesiones), que está subvencionada hasta los 16 años por la Junta y que a partir de esa edad pasa a contar —en torno a los 50 euros vale este curso un juvenil, 40 menos que la pasada campaña—, y el pago de los árbitros (que como pasa con los seguros también cuenta con la ayuda de la Junta hasta cadetes) y que vale 48 euros para un juvenil de Primera por partido. A eso hay que sumar el pago de las sanciones (por amarilla o roja), los balones o el material deportivo. “En total, una temporada normal el coste de un equipo juvenil ronda los 1.500 euros”, echan cuentas los clubes.

Esa es la balanza de pagos, en la balanza de ingresos, los clubes ponen en juego las cuotas, pero también los patrocinadores [“que a día de hoy son especie en extinción”, se lamentan] y, por último, los ingresos del 1% de los derechos de retransmisión del fútbol profesional, y que se reparten entre los clubes de base —por orden federativa— en forma de balones y en el caso de tener representación en el fútbol nacional o regional (como por ejemplo el Salamanca, el Guijuelo o el Santa Marta) con ingresos monetarios. Sino se diera la temporada, esos ingresos se dejarían de percibir pues se computa por licencias activas. Y no las habría...