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Después de dos días de celebraciones, primero en Las Palmas, nada más tumbar al Real Madrid en la final 89ª edición de la Copa del Rey de baloncesto, y ya el lunes en la ciudad de Málaga, Alberto Miranda —el segundo entrenador salmantino de Unicaja— vuelve a su rutina de vídeos, programas de edición, notas y bases de datos. Lo primero que ha hecho es volver a visualizar el partido de la final: «Pero como aficionado, de momento».
Pues los aficionados en la recepción en Málaga de este lunes le cantaban «a por la Liga, oé».
—Es bueno que se pueda pensar en conseguir eso. Somos ambiciosos, y la gente capta que esa posibilidad es real. Luego son palabras mayores, porque en este tiempo en el que hemos ganado dos Copas no hemos llegado a jugar las finales. Va a ser una empresa muy difícil pero ya hemos afrontados retos igual de difíciles y por qué no vamos ahora a optar a lo más alto y luchar por ello. Ahora mismo es el sueño de todos y si te lo planteas es cuando puedes optar a conseguirlo.
Es que es lógico soñar. Son dos Copas en tres años, es para estar en una nube. ¿Cómo se vive dentro de ella? ¿No da vértigo mirar los últimos 15 años y ver que todo era Madrid y Barça hasta que llegaron ustedes?
—Estar en este nivel es muy, muy difícil. Las diferencias presupuestarias son muy altas y por tanto de preferencia de jugadores a la hora de apostar por uno u otro proyecto. Ellos (por Madrid y Barça, los grandes dominadores del baloncesto ACB) tienen las mejores plantillas, los mejores medios... y hace tres años cuando nosotros iniciamos el proyecto con 9 jugadores nuevos parecía utópico. Pero la realidad es que conseguimos lo que queríamos, que era construir una identidad y crecer. Una vez llegados aquí tenemos que aprovecharlo todo lo que se pueda.
Si le dicen entonces a Ibon y a usted que esa apuesta iba a llegar aquí, a este punto, ¿qué?
—Nosotros veníamos de un momento muy malo. Tengo que decir que yo llegué antes a Málaga, de la mano de Katsikaris, al que despidieron en febrero del 2022. En ese momento tuve la suerte de que quisieron seguir contando conmigo cuando apostaron por Ibon, con el que había trabajado en Murcia. Ese primer año fue muy duro, porque los resultados a pesar del trabajo no llegaron. En verano decidimos hacer una revolución y traer esos 9 jugadores que se adecuaban al perfil que buscábamos. Sabíamos que queríamos implantar una filosofía de cómo hacer las cosas; y, mira, acertamos mucho. Con esa idea, en ningún caso, pensábamos en ponernos al nivel de equipos de Euroliga, ganar títulos, o quedar primeros en una fase regular...
Ya que habla de la Euroliga, el debate ahora es qué sería capaz de hacer su equipo si jugara en ella (lo hace en la Liga de Campeones).
—Sí, es algo que se habla en los debates de baloncesto, si nuestro nivel sería suficiente para ser un buen equipo de Euroliga. Yo estoy convencido de aquí así sería; pero en su momento, con un muy buen criterio, la dirección del club decidió apostar por la Champions, que es una muy buena competición, cada vez mejor, que nos da más oxígeno en cuanto al calendario que la Euroliga. La Euroliga, además, tiene unos costes económicos elevadísimos que condicionarían la viabilidad del club, por eso es algo que más allá de la tertulia no está, ni debe estar, en nuestra cabeza.
Hablando de proyectos del club, ¿qué me cuenta de la sección femenina que aspira a estar en la Liga de Avenida?
—Al final esto es un club de basket, de todo él, no sólo masculino. Es una alegría que valoren el baloncesto femenino en la misma medida. Además, en mi caso, es algo que me ilusiona más si cabe ya que han contado con Marta (Fernández), mi mujer, como ayudante en la dirección deportiva de la sección. Creo que se le da un impulso muy bueno y a ver dónde puede llegar. La apuesta es clara por gente de cantera y se cree que por esa vía debe crecer el proyecto. El perfil de jugadora es joven y nacional. Ahora están en posición de playoff de ascenso (son segundas en la Liga Challenge) y veremos...
Pare un momento. Como imaginó un proyecto y ahora tiene los resultados, imagínese a Avenida en Málaga.
—Hombre, me encantaría. Sería una pasada. Pero bueno, tampoco tenemos que anticipar cosas. Ojalá algún día eso ocurra, pero no vamos a meterle presión y que sigan haciendo su trabajo.
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No vamos a descubrir ahora que no son muchas las horas que un entrenador tiene al día libres. ¿Le da para saber cómo le van las cosas a Avenida?
—Claro... Es mi casa y es mi club. Y no sólo les sigo a ellas, también lo hago con el fútbol y en general todos los deportes de mi ciudad; es algo que me mantiene conectado al sitio donde viven mi familia y mis amigos. Es algo que llevo en el corazón. También sigo la Liga y sé la dificultad que cada año se encuentran: Valencia está muy fuerte y hay otros equipos de altísimo nivel. Lo de Avenida tiene un mérito increíble.
Como ya hemos abierto este 'melón', ¿Würzburg o el Martín Carpena?
—Salamanca a nivel de baloncesto femenino es el mejor sitio de España, y Málaga a nivel de baloncesto masculino también lo es. El pabellón aquí está lleno, dando igual qué rival sea. Aquí la gente no es del Real Madrid o del Barça y luego de Unicaja, y eso se nota. El seguimiento y la repercusión del club es grandísimo. Como en Salamanca, aquí los jugadores y el staff notamos ese cariño de la gente por la calle... El clima ayuda y favorece mucho la vida deportiva de esta ciudad.
Para el que le perdiera la pista tras su última etapa en Avenida, ¿qué entrenador se encontraría ahora?
—Pues es que ha pasado bastante tiempo... Ahora mismo soy un entrenador completamente diferente. El haber pasado al masculino me ha ayudado a evolucionar en aspectos, que, si echó la vista atrás, a cómo los entendía antes, me parecen una barbaridad. Una persona cuando crece y se va haciendo mayor va aprendiendo muchas cosas. Tengo que decir que, como técnico, me ayudó el hecho de salir de Salamanca. Esto no quiere decir que no esté orgulloso de lo que hice en mi casa, que fue una época muy brillante, en el que se consiguieron un montón de cosas.
Con esta Copa en los brazos y habiendo echado la vista atrás, ¿su carrera en los banquillos, en sus mejores sueños, era esta?
—No te voy a engañar, soy malísimo para los recuerdos porque vivo mucho en el presente por mi trabajo, pero el lunes me di cuenta de todo lo que he logrado: tres Copas de la Reina, dos Supercopas, la Euroliga, una Supercopa masculina, dos Copas... Cuando empecé a entrenar en el colegio Santa Teresa no me planteaba ni ganar la Liga escolar de Salamanca así que fíjate. Empecé en esto porque era la manera de estar en contacto con el deporte los fines de semana... La realidad es que me gustó, me enganchó y me obsesionó. Y de esa obsesión ha venido todo lo demás, cosas muy bonitas.
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