Ni Salamanca ni León: la sorprendente provincia que intentó fugarse de Castilla y León

Hace concretamente 44 años, hubo una provincia que intentó desligarse de Castilla y León. Y es que, aunque el Estatuto de Autonomía lleva más de 40 años vigente, en sus inicios, se contemplaba una división diferente. En concreto, se planteó la creación de dos regiones distintas: Castilla la Vieja y la Región Leonesa. En la primera, se integrarían Valladolid, Palencia, Burgos, Soria, Ávila y Segovia, mientras que, en la segunda, estarían León, Zamora y Salamanca.

Pero este plan fue truncado cuando Cantabria y La Rioja iniciaron su proceso para convertirse en autonomías uniprovinciales, lo que alteró el equilibrio territorial previsto. Sin embargo, entró en juego la provincia que protagonizó el mayor desafío que se ha vivido hasta ahora a lo que a la integración en Castilla y León se refiere: en el mes de julio de 1981, la Diputación de Segovia inició los respectivos trámites para que la provincia consiguiera una autonomía propia, logrando el respaldo de 178 de sus 210 municipios.

Sin embargo, a pesar del amplio apoyo, la iniciativa se desmoronó y, finalmente, se decidió la incorporación de Segovia a Castilla y León en una reunión celebrada en el Ayuntamiento de Cuéllar, lo cual generó una fuerte reacción social, con manifestaciones y protestas en toda la provincia.

Fue después de estas movilizaciones cuando la lucha por la autonomía segoviana quedó en el olvido, pero nadie puede impedir que siga siendo un episodio significativo en la historia de la configuración autonómica española. Aunque Segovia terminó formando parte de Castilla y León, su intento de separación sigue siendo un ejemplo de las complejidades del proceso autonómico y de los debates territoriales que, en algunos casos, aún siguen vigentes en España.