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Dicen que tranquilos, que «en nada» está. Que «en nada» se aplica la flexibilización del saneamiento y que «en nada» también podrán sanear los veterinarios libres.
Y ese «en nada» viene a ser un «ya» para lo primero y en unos días, para lo segundo. Y habrá quien diga que así da gusto, pero con la flexibilización de las medidas por la tuberculosis bovina, la espera ya casi va para un mes. Fue el 17 de junio cuando lo del anuncio de Planas y fue ese día cuando los ganaderos lo recibieron con alegría. Y desde entonces muchos han sido los que han tenido que sanear sin esa flexibilización tan anunciada. Pero tranquilos todos que «en nada» llega. Y a partir de ahí se acabará el ir a preguntar a la unidad que para cuándo, y terminará el que el veterinario oficial, en ocasiones, ya no sepa ni qué decir.
Es «en nada». Es para cuando toque. Y cuesta entender que se tarde tanto en añadir la coletilla al Programa Nacional de Erradicación de Tuberculosis Bovina. Pero será así.
Como lo del veterinario de explotación. Otro lío que va para largo y que también cuesta entender. Esto va de que el Ministerio de Agricultura publicó el decreto en el que el veterinario de explotación se convirtió en obligatorio. Eso fue el 17 de mayo de 2023. Ocurrió que un año después, en el foro de Toledo, el ministro anunció que modificaría ese Decreto para que el veterinario de explotación pasara de ser obligatoria a voluntario. Y el anuncio fue tan celebrado por los ganaderos como criticado por colectivos veterinarios, que reclaman al Ministerio tener también voz en algo así.
Casi dos meses después del anuncio, no se ha producido modificación en el BOE, el veterinario de explotación sigue siendo obligatorio aunque, en realidad, es voluntario. En este caos nadie sabe a qué atenerse. «En nada» a lo mejor sabemos en qué queda. Y ese «en nada» se complica una vez que veterinarios libres condicionan realizar el saneamiento a los ganaderos de los que son veterinarios de explotación. Y el ganadero no sabe qué pasa si se registra cuando «en nada» será voluntario, como ha anunciado el ministro.
Y el ganadero no sabe qué ventaja tendrá acogerse a él, si es voluntario, ni lo sabe tampoco el veterinario. «En nada» a lo mejor se sabe pero lo que no se sabe es de qué plazos se habla cuando se dice «en nada».
Lo que se sabe es que los tiempos de la Administración, en este caso del Ministerio, no son siempre los del ganadero o los del veterinario, faltaría. Y mientras, sigue el lío. «En nada» se resuelve todo, seguro.
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