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La Navidad a unos les gusta, otros simplemente la soportan y algunos no pueden con ella. Y tiene que ver con que es el momento del año en el que nos deseamos «feliz noche». Es, sin duda, la más bonita para tantos que tienen el foco puesto en las risas o en los reencuentros. Para otros, la mirada no sale de esas sillas vacías.
Y así año tras año porque se repiten los sentimientos, la iluminación y decoración de calles y casas y también los belenes. Y esto, por mucho empeño que haya puesto en los últimos años de acabar con ellos. Fue lo de colar donde se pudiera a las tres magas, a dos vírgenes marías o a dos sanjosés. Sigue el empeño de desear feliz solsticio de invierno con tal de no decir felizNavidad. Pero, aún así, no hay ciudad sin belenes y en algunas, como es el caso de Salamanca, viven incluso su renacer.
Y no hay Belén sin ganado, y no es mentira que ahora van los niños del cole a ver allí o en el de sus casas cómo es una vaca. Y hay pocos belenes sin panadero, que ahora mismo son un lujo y una alegría para cualquier pueblo. Y no entra en ninguna planificación de belén serio que exista uno en el que falte el pastor, aunque no se encuentren ovejas adecuadas a su tamaño y ellas parezcan elefantes a su lado. Pero están.
Hay oficios que forma parte de nuestras vidas y que no deberían irse nunca, caso de los panaderos, o deberíamos hacer algo para no lamentar luego quedar rodeados de franquicias o de vacío. Y, aveces, esa falta de rentabilidad que les lleva al cierre no deja de ser sólo consecuencia de decisiones tomadas desde algún despacho de Bruselas o Madrid.
El ministro Planas prometió hace años el plan del ovino porque el censo de ovejas iba en caída libre. Ahora, más. El pasado mayo retomó el plan, pero de aquella manera. Fue un reconocer que nos quedamos sin ovejas y pastores y que hay que hacer algo. Y, a la vez, dejar claro que no destinará dinero. Habrá plan del ovino, dijo, si las ayudas de la PACse quitan de otro sitio para ponerlo ahí. Y a ver qué político se atreve a desvestir a un santo para vestir a otro.
En el Belén suele haber algún grupo de pastores alrededor de la hoguera. También cabras en las rocas y ovejas pastando tranquilas. Como los belenes no los hacen ni Ribera ni Aagesen, no hay lobos entre el ganado. Tampoco mastines. Junto al Belén se respira la tranquilidad.
Y junto al pesebre suele haber uno o dos pastores con un lechazo sobre sus hombros para regalárselo al Niño. Como hay lechazo en muchas mesas. Como se ve en el anuncio de la DGT. Que es verdad que vamos despacito para que el lechazo llegue sin incidentes y lo es porque, sin él, en muchas casas la Navidad no sería su Navidad. El eslogan de esta campaña tan original es «conduce siempre como si llevaras el plato principal de la Navidad». Y ojalá que quienes nos gobiernan se pongan antes el anuncio de la DGTpara negociar, por ejemplo, Mercosur o la nueva PAC. Ellos son los que en realidad «conducen» nuestros platos y condicionan con sus decisiones cuáles son los que puedan llegar a nuestras mesas. ¡Feliz Navidad!
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