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Contaba ayer un ganadero la historia de su vaca «Mora» y hasta enseñaba su foto. La ves y ahí está una vaca negra, sin más. Para él, en cambio, la mejor vaca. Está convencido de que nunca volverá a tener otra igual. Había nacido en su explotación y con ella manejaba al resto de las vacas, a otras 50. Silbido a «Mora» y «Mora» que acude y detrás de ella, las demás. «Mora» era «Mora» y, como ella, ninguna.
Y un día, en una de las pruebas sanitarias, en esas que los ganaderos pierden el aire hasta conocer el resultado, prueba en piel, y «Mora» que queda marcada por tuberculosis. El ganadero contaba que incluso fue a la unidad veterinaria para pedir que la aislaran y le repitieran después de unos días las pruebas, por si acaso. Pero no hubo forma. Y «Mora» fue al matadero, y el ganadero confesaba ayer a quien quisiera oírle que hasta se despidió de ella y que lloró. Y lloró más, pero de rabia, cuando le dijeron que en el matadero las pruebas que le hicieron a «Mora» dieron negativo a la tuberculosis. Lo que le dolió no fue el dinero que perdió, porque el tope de indemnización son 700 euros por vaca y no se encuentra una por menos de 1.000. Recuerda que fue esa sensación de indefensión. Parecida a la que dicen que sienten los que ven que una vaca da positivo en sangre y luego negativo en matadero. A esos, como «premio», se les permite recuperar la tarjeta verde que perdieron por el positivo de la vaca pero después de más pruebas sanitarias. Y el ganado se niega ya a que lo encierren y como el campo está despoblado y envejecido, ves a gente que se las desea para volver a engañar a su ganado. Y asume riesgos porque una vaca, aunque sea la más buena, no es precisamente un peluche.
Y de esto se quejan los ganaderos desde hace meses y ahí siguen. Y ahora con doble vuelta de saneamiento por el hecho de estar en comarcas de alta prevalencia, aunque su explotación esté limpia y aunque sus vacas pasten a kilómetros de distancia de las más próximas. Y pidieron en junio hablar con el ministro Planas para explicarle sus preocupaciones y ahí siguen, a la espera. Y las comunidades autónomas solicitaron al ministro analizar el problema de tuberculosis -que afecta sobre todo a comunidades con ganadería extensiva- y les despachó con una supuesta flexibilización que analizarían los técnicos, no los consejeros.
Y entre los 18 puntos que ha diseñado Planas consigo mismo para calmar las protestas agrarias, sin reunir a las comunidades, no ha incluido más que uno sobre ganadería: celebrar un foro pero se ve que sin prisas, allá para el mes de abril. Del plan de ovino, pues tampoco nada. Como tampoco hay nada sobre la EHE. O si tanto sube la carne al consumidor porque cada vez hay menos producción con la Agenda 2030 y los problemas sanitarios, el Gobierno podría haber quitado el impuesto al plástico o el IVAa la carne. O simplemente haber escuchado a ganaderos que, como el anterior, creen que su vaca «Mora» a lo mejor no debería estar muerta. Pero si el ministro no escucha ni a las comunidades, como para escucharles a ellos.
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