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Los hay que están más que asustados con el precio de los terneros. Y los hay que van a la carnicería y lo ven. Que piden que esto pare. Y los hay que dicen que esto es el mercado y que parará cuando el mercado diga.
Está el consumidor, que en España parece que consume poco, porque esto de la ternera ya es un lujo, y está el de fuera, que es el que se lleva de momento lo de aquí. Y lo paga. Y la duda es hasta cuándo. Y la duda es que pasará cuando deje de comprar el de allí y los precios no los pueda pagar el de aquí.
Y también qué hará el consumidor nacional si quiere carne, pero su precio es muy superior al que puede pagar, si se irá hacia otros mercados. Están los ganaderos, ahora contentos. Y están los dueños de los cebaderos, preocupados, aunque cada uno con sus circunstancias. Y está a la búsqueda del ternero barato. Donde esté, si es que está. Hay quien dice que ya se compran de Francia más baratos y hay quien mantiene que, aún así, esto no solucionará la escasez que hay en España.
Y terneros se traen, por ejemplo, ahora a Salamanca desde Portugal. Pero no se sabe cuántos habrá allí. Ni qué pasará. Y el que quiere vender no sabe si esperar o no, y lo mismo el que tiene que comprar y puede esperar, que no es el caso de todos porque también tienen que atender a sus clientes. Total, que se vive una situación de incertidumbre y más que se puede vivir.
Se está a la espera del desenlace del nuevo protocolo sobre la lengua azul y la duda está en si se sumarán todas las comunidades o no. Y, en función de eso, si la vacunación será tan voluntaria como en principio está sobre el papel, o no lo es tanto. Y lo mismo ocurrirá con los acuerdos que llegue el Gobierno con los distintos países para exportar. Lo que ocurra con la lengua azul influirá sobre la oferta de terneros y eso, sobre su precio, y eso, sobre el precio de la carne que estará en las carnicerías. Y eso tendrá que saberse lo antes posible para que todos puedan prepararse.
Ya podía haber venido el comisario a Salamanca. Y hablar a lo mejor con Luis González, que cuida el ganado de otro y vive en la finca de su jefe, con sus 630 hectáreas. Para él hablar desde allí con el móvil es un reto. Como lo es cumplir con las instrucciones que le llegan desde despachos de Bruselas. Se lo podía haber dicho al comisario. Contarle lo de los crotales de los terneros. Lo difícil que es separar al ternero recién nacido de la madre, y que le cuente cómo se lo esconden, o cuando subió a uno al remolque y detrás, que subió la madre. Que qué necesidad de jugársela, se pregunta Luis, que los del despacho no saben lo que es eso. Y le contaría que ya no es rellenar muchos papeles, es que cuando les pilla el truco, se los cambian. Tenía que haber ido el comisario, sí, a charlar con él del campo y de dónde están los terneros. Y a que le dijera que se dé prisa en arreglarlo, si es que puede.
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