La dinastía romanov vive en cierto modo en Salamanca, en concreto en la ganadería. No reina, ni mucho menos, pero se pueden ver ovejas de esta raza de origen ruso en Salamanca. Pocas, hay en torno a 50 ejemplares en toda la provincia, pero su presencia evoca a la antigua familia real de Rusia, de la que procede el nombre. Se conocen en el río Volga desde el siglo XVIII, pero hasta el siglo XX no salieron hacia Europa. La riqueza de su historia contrasta con su aspecto, poco atractivo: es una oveja de tamaño pequeño. Como peculiaridad tiene que su cola es como la de una cabra, con un cordero que nace de color negro y que con el paso del tiempo deja la lana gris o negro sucio. Es una lana gruesa que suele utilizarse para producir fieltro. El gran atractivo que no se les escapa a los ganaderos que han apostado por ellas está en que tiene muchos corderos.
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Es el caso en Salamanca de Sebastián García, ganadero de Santa Olalla de Yeltes. Si hay en torno a 50 ejemplares de romanov en Salamanca (44, según el censo del pasado diciembre elaborado por la Junta), en su rebaño hay una decena, entre machos y hembras.
Son ovejas que resisten muy bien el frío y tienen un carácter muy inquieto. «Es muy recia», dice Sebastián, ganadero pero también pastor y desde hace 25 años. «Es intranquila, en eso se parece un poco a la cabra», dice, y recuerda que trajo los ejemplares de Extremadura porque en Salamanca no encontró esta raza.
Y si la buscaba, y está encantado de haber comprado unos ejemplares, es por el número de crías que da en el cruce. Sebastián cruza un macho romanov con una hembra charolesa o berrinchon y esa cría resultado, la F1, es la que hace que habitualmente en su explotación nazcan los corderos de dos en dos «y hasta una vez nacieron cinco de una oveja».
Sebastián tiene un rebaño de unos 500 ejemplares y su trabajo diario es «de sol a sol», salvo en época de paridera, cuando junta noche y día. Es consciente de que su rebaño necesita caminar y no priva a las ovejas del paseo, ni tampoco del espigadero, que tiene muy próximo a su finca. De la situación actual del ovino, lo que agradece es el precio del cordero. «Ahora está bien», dice. A la lana le obtiene muy poco rendimiento: «Es pelo y no vale nada», dice por su experiencia tras esquilarlas junto a las demás. La lana romanov tiene mucha pelusa y forma rizos y lo habitual es esquilarla hasta tres veces al año. La piel de esta oveja es muy apreciada, con la fama de ser la de mayor calidad del mundo.
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A Sebastián no le importa ser uno de los pocos que ha apostado por la romanov en Salamanca. Se muestra, de hecho, encantado con los resultados para el cruce que le está dando esta raza, que es de las más antiguas y que, a la vez, es de las que se ha mantenido más puras.
No piensa este ganadero de Santa Olalla de Yeltes desprenderse de la raza rusa, aunque sea de los pocos que la tenga y apuesten por ella. Y aunque sepa bien que a veces no es fácil seguirle el ritmo en el careo.
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