Inocencio Sánchez muestra un árbol con cerezas con destino a la industria.

La odisea de vender una caja de cerezas

El agricultor la coge del árbol, compra la caja, la transporta, paga la comisión al asentador... «Ojalá cobráramos el tercio a lo que se venden en la tienda»

Susana Magdaleno

Salamanca

Jueves, 30 de mayo 2024, 19:21

Inocencio Manuel Sánchez se conoce al dedillo el mundo de la cereza. Ahora es vicepresidente de la cooperativa de Cepeda, donde aún no ha comenzado la campaña a la espera de que el fruto madure y lleva 26 años de directivo. La realidad es que cada vez se produce menos cereza en provincias como Salamanca y, en concreto, en la Sierra: recuerda que su cooperativa llegó a recoger 130.000 kilos sólo la destinada a la industria y este año confía en llegar a los 70.000, pero incluyendo también la de plaza, la que se vende en comercios. Y a esto se une que queda en los árboles una importante cantidad sin recoger por la edad avanzada de los que aún cuidan los cerezos y por la falta de mano de obra.

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A Inocencio Manuel Sánchez no le sorprende. «La agricultura desaparece en la Sierra», advierte, y señala que puede llegar a ser problemático conseguir vender, por ejemplo, las cerezas, para un pequeño productor o una pequeña cooperativa.

¿Cómo es el proceso?

Manuel explica que en su cooperativa es el agricultor quien recoge la cereza del árbol. Es él quien la selecciona y la clasifica por calibres. Y es él quien las coloca en las cajas que paga. «Antes -dice- te compraban cerezas calibre 22 y ahora no las quiere nadie, tiene que estar por encima del 24. La lleva luego a la cooperativa y allí se etiqueta, registra con trazabilidad... y cada día se llevan a vender. Ahora para que vengan a buscarlas nos piden un palé de 700 kilos y si salen 300, ¿qué hacemos con ellas?».

«Entonces -se responde- las llevaríamos nosotros al mercado. Antes venía un camión y se las llevaba a Asturias, ahora las llevas en una furgoneta, que tiene que ser isotermo, al asentador o al comprador».

En cuanto al proceso de venta, cuenta que en ese caso son la pequeña cooperativa o el pequeño productor los que hablan directamente con el posible comprador y de lo primero que ese aprende es que «cada día cambia de precio». «También te puede pasar que se queden las cajas sin vender porque sea mal día o porque entra otra fruta y como es un producto perecedero ese día no la quieren. Es así», dice.

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¿Cuánto cobra el agricultor?

En los establecimientos comerciales se encuentran ahora cerezas de plaza a unos 5 euros el kilo, pero también a 7 o a 11-12 las de mayor tamaño. Manuel mantiene que para el agricultor rondan los 1,40-1,80 euros el kilo, pero de ahí tiene que empezar a descontar costes. «Ojalá nos dieran al menos un tercio de lo que paga el consumidor, nos daríamos con un canto en los dientes», dice. «El agricultor paga la comisión al asentador, la caja ronda los 50 céntimos para dos 2 kilos, está el porte, el trabajo...» «Hablamos de que estaría bien si las vendieran a 7 y nos dieran 2,5».

¿Por qué queda cereza sin recoger?

Manuel explica que muchos de los dueños de las cerezas están jubilados y sus hijos a lo mejor no pueden llegar justo a la campaña. Y lo de contratar trabajadores lo ve tarea imposible. Cuenta las razones, aparte de la primera, que es que los jóvenes no quieren trabajar en el campo «porque esto no da dinero». «Además -añade- no puedes contratar a alguien y decirle, te pago 50 y otros tantos para mí, o lo que sea, porque hasta el final de la campaña no sabes a cuánto la vas a cobrar. Aún recuerdo un año que nos la pagaron a 7 céntimos el kilo. Si contratas a alguien, le tienes que decir por cuánto y no puedes arriesgarte a perder encima dinero».

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¿Hay solución?

Si los agricultores nos pusiéramos de acuerdo... Cuando funcionaba la agrupación de Frutas de Salamanca y la componían 6 pueblos, se vendieron cerezas para industria a Valencia a 166 pesetas el kilo (0,99 euros/kilo). Ahora, 20 años después, hablamos de que puedan valer 90 las que van para industria», apunta.

¿Ocurre igual con la aceituna?

«Lo mismo. Estos dos años han valido un poquito más» y habla de un poquito más de un euro este y 0,75, el anterior. «La gente sabe que se tenía que pagar más porque luego vas al supermercado y te encuentras una bolsita de 100 gramos a 90 céntimos, a un 1 euro... Aquí cuando llegó la pandemia se paralizó todo, bajaron los precios porque no había ventas y seguimos en eso», explica. Y sin eso, concluye, es difícil producir cerezas.

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