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Si ahora hay un cultivo que llame la atención en Salamanca ese es el lavandín, ya florecido en la única explotación que ha apostado por él en la provincia. Es Jesús Aparicio quien se decantó por este cultivo porque buscaba una alternativa al cereal. Al segundo año de plantarlo, se prepara para recoger la primera cosecha en sus 4,5 hectáreas y no puede ocultar lo contento que está por cómo le ha ido en ese aprender casi diario.
Ahora Jesús ya tiene otras 40 hectáreas preparadas para plantar y en sus escasos ratos libres se muestra siempre dispuesto a enseñar el cultivo a otros agricultores, convencido de que puede ser positivo para la provincia. No olvida la ayuda que recibió él de otros agricultores, como de uno de Soria.
Un estudio del Ministerio de Agricultura llega a la conclusión de que la alternativa del lavandín incluso a precios bajos es mejor que la tradicional cebada-girasol. Sí señala que la inversión inicial es alta y que la máxima rentabilidad no se adquiere hasta el 5º o 6º año. En Castilla La Mancha, donde está muy desarrollado, estiman una inversión inicial de 3.000 euros por hectárea y el cultivo dura entre 12 y 14.
Es muy rústico de labores mínimas -Jesús reconoce que la única molestia consistió en retirar malas hierbas-; además, es alternativa en zonas donde la fauna causa daños a la siembra ya que no se lo comen jabalíes y ungulados. De hecho, Aparicio comprará unas ovejas para ver si eliminan de forma natural las malas hierbas porque al parecer no comen la flor. “Es muy fácil convertir este cultivo en ecológico y entra en los ecoesquemas que se plantean para la nueva PAC”, apunta Jesús, quien destaca además cómo en países como Francia se ha convertido en otro atractivo turístico. También favorece la caza menor porque los animales se resguardan y es ideal para las abejas, como ha comprobado Jesús. Cada vez se cotiza más la miel de lavandín.
Se destina sobretodo a perfumería y droguería y el precio lo fija Francia. Suelen obtenerse unos 60 litros/hectárea de aceite esencial, que en años previos a la pandemia estaba entre los 20 y 30 euros el litro. Para cosecharlo, es necesario una máquina especial -o una picadora de maíz - y en su caso llegará desde Valladolid, donde también se destilará. El aprendiz ya es maestro.
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