Las pipas son la nueva alternativa de regadío

Quién no ha comido alguna vez en su vida una bolsa de pipas viendo la tele, sentado en un banco o de charla con los amigos. Es una pregunta de lo más normal pero pocas veces se llega uno a plantear de dónde proceden esas pipas.

En el término municipal de Aldearrubia se han sembrado en esta campaña 25 hectáreas de girasol con una variedad de pipas para consumo. “La pipa de girasol que se destina a la producción de aceite es totalmente negra y ésta pipa es más gris y con veta blanca además de dar otro índice de grasa que facilita después el pelado”, explica el agricultor Cándido de Dios. Una vez peladas el consumidor las puede encontrar en las tiendas, supermercados y kioskos cruda o tostada.

Cándido de Dios reconoce que sembrar este tipo de girasol fue casi por casualidad a propuesta de la comercializadora de semillas y también para probar a diversificar cultivos en las tierras de regadío. “La verdad es que lo sembramos bastante tarde y llovió mucho por lo que la media de producción ha sido más bien baja pero por factores meteorológicos, no del cultivo en sí”, añade el agricultor.

“Lo ideal es sembrarlo en torno al mes de abril en condiciones normales pero este año con la pandemia y el Estado de Alarma también se trastocó todo”, comenta. De cara a la próxima campaña Cándido de Dios no tiene a priori intención de volver a sembrar girasol en las tierras que ahora quiere rotar en cultivo con la cebada, aunque considera que ha sido una experiencia positiva y no le importaría repetirla.

Hace diez días las máquinas cosechadoras entraron en las parcelas para recoger los girasoles y extraer las pipas que llegarán a fábrica.

Las pipas de girasol son ricas en lípidos y proteínas y contienen además fósforo, magnesio y vitamina E. Entre sus grandes beneficios están el aporte energético, el estímulo de la actividad cerebral, el aumento del nivel del colesterol bueno y reducción del colesterol malo, la disminución de la depresión, la mejora de los problemas gastrointestinales y la reducción, también, de las enfermedades cardiovasculares.

Las ventajas parece, por tanto, que son muchas y buenas para el consumidor y también para el agricultor que se decida a cultivarlas.

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