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Martes, 28 de mayo 2019, 21:59
La fiebre por las granjas de avestruces se acaba en la provincia de Salamanca porque la única que queda, situada en Villar de Ciervo, tiene ya fecha puesta para el fin de su actividad y curiosamente no es por falta de rentabilidad. Su propietario, el ... superviviente de este tipo de ganadería que alcanzó su “boom” en España y también en Salamanca en los años 90 con una veintena de granjas instaladas en esta provincia, prefiere mantenerse al margen y no aparecer ya en los medios de comunicación.
Su granja lleva abierta 21 años y permaneció así mientras el resto de la provincia iban cerrando sobre todo a partir de 2003 y 2004 porque no resistieron los caprichos de un mercado muy complicado: a la falta de mataderos y problemas para introducir en la dieta un tipo de carne nueva, se unió, y de qué forma, la insalvable competencia de Sudáfrica. Así, si este país tiene producción lleva la carne a todos los mercados, y sobra la del resto, y si, en cambio, se ve afectada por crisis, como ocurrió con la gripe aviar, el mercado demanda carne de España.
Ahora de todas formas es más complicado abastecer el mercado porque en toda España quedan menos de diez granjas de avestruces abiertas, las más fuertes han acusado también este mercado tan variable e incluso algunas con contratos cerrados con importantes cadenas se han visto obligados a cerrar. “Yo resisto quizás porque mi explotación es pequeña”, dice uno de los pocos ganaderos que quedan, con granja situada en Castilla La Mancha. En su caso, la venta de huevo de avestruz es el principal asa al que se agarra, con precios en el mercado español de 18-20 euros por cada uno de ellos; no comercializa carne porque entiende que Sudáfrica es demasiado rival; y sí pollos. “La carne es rentable siempre que se venda a su precio”, apunta. En su caso tiene cinco tríos de avestruces. De poco sirve que la carne de avestruz apenas tenga grasa, que los huevos que ponen equivalgan a 25 de gallina o que su piel sirva para elaborar todo tipo de productos.
A pesar de los esfuerzos de los ganaderos salmantinos por agruparse para abaratar costes y poder competir con Sudáfrica -incluso con productores portugueses-, sólo la de Villar de Ciervo logró la hazaña, con mercados abiertos en Barcelona y Madrid. El resto tuvieron problemas para conseguir rentabilidad por sus ejemplares porque a una cría cara -con cebos que llegaban en 2005-2006 a los 120 euros por animal- y una venta ajustada -de no más de 150 euros- se unió también la necesidad de asumir el coste del traslado de los animales hasta ellos.
Las avestruces se alimentan principalmente de pienso compuesto por alfalfa, maíz, cebada y soja y se entiende que ya están cebadas cuando alcanzan un peso comprendido entre los 80 y los 100 kilos. Cada hembra suele parir en torno a 20 crías al año. Este ganado se va, al menos de momento, de Salamanca. Su condición de animal del que se aprovecha todo, no le valió para asentarse en Salamanca... ni en el resto de España.
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