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Jueves, 6 de octubre 2022, 12:52
Laureano Hernández nació en Matilla de los Caños, tiene 65 años, y es cortacino desde que cumplió los 13. Lo eran su bisabuelo, abuelo y padre “y eso es hasta donde me llegan mis conocimientos”. Ahora también su hijo se dedica al arreglo de ... las encinas para que el monte tenga ‘buena salud’. Lo que no sabe es cuánto tiempo mantendrá el oficio porque se enfrenta a lo que ve que puede ser la traba definitiva: la prohibición de la quema de los restos vegetales.
‘Algunos no podarán’, apunta Laureano, ‘porque se convertirá en algo completamente inviable”. Y explica que si no se queman los restos vegetales habrá que molerlos y las empresas que realizan estos trabajos ‘necesitan moler cantidad’ y eso con las encinas es casi imposible. ‘Además la leña de encina es muy dura y hacen falta trituradoras muy potentes y a lo mejor están por los 400.000 euros y hay que acoplarlas a un tractor’. Además la leña de encina tiene que secarse ‘para que tronche mejor’ y ese es otro problema que ve Laureano, que el propietario no querrá tener los restos en la finca.
Laureano no entiende cómo se puede plantear moler los restos y dejarlos encima de la tierra porque entonces la hierba no crecerá. Y tampoco concibe, cómo no se van a quemar restos vegetales con el frío que se pasa en invierno en Salamanca mientras se arregla el monte, con lo necesario que ve cualquier cortacino poder hacer una hoguera para calentarse.
‘A nuestro sector nos mandan para casa porque se legisla desde los despachos y no se ve la realidad del campo’, se lamenta Laureano, que recuerda que luego ‘cuando vienen incendios y no están los árboles bien arreglados es cuando arde el monte’. ‘Pero hacen unas leyes sin pensar en las consecuencias -sigue- y al final con lo que se está acabando es con el campo’.
El lunes pasado estuvo en la finca ‘Pajuelas’, de Matilla. Su propietario, Juan Luis Martín Sevillano, tiene claro que si no se queman los restos ‘es apilar una cantidad de masa para los incendios’ e impedir que pueda pastar el ganado. ‘Se acabaría por no arreglar árboles. Antes con los restos se hacía cisco pero ahora, como no hay demanda -sí y mucha de leña- se convierte en ceniza que se la lleva el viento. Si no se remedia, ya no.
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