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Tarde tranquila en el municipio salmantino de Matilla de los Caños. El aire puro y la tranquilidad que se respira penetra los cinco sentidos. En el lugar se encuentran Juan Luis Martín Sevillano, ganadero de 69 años con una amplia experiencia en el sector, y Ramón Guarido Aguirre, ganadero de 38 años. Estaban pletóricos y tenían muchas ganas de compartir aquellas percepciones y sensaciones que tienen acerca de la profesión. Juan Luis, muy hospitalario y agradecido, invita a la periodista a conversar, en el porche de la casa construida en la explotación.
-¿Por qué decidieron dedicarse a este sector?
J.L.M.: Esta tierra era de mi familia de toda la vida, era de mis padres. Estuve estudiando en León, pero llegó un momento en la vida en el que tuve que decidir que hacer, mi padre tenía una buena explotación y me quedé con ella. Posteriormente, he comprado otra parte y he invertido en muchas mejoras.
R.G.: Yo no vengo de una familia de tradición ganadera, mi padre es médico y mi madre es psicóloga. Yo estudie ingeniería agrícola en Salamanca. Siempre quise tener ganado, desde pequeñito fue mi vocación.
-¿Piensan que la gente joven lo tiene difícil hoy en día para incorporarse al sector?
J.L.M.: ¡Por supuesto!, es muy complicado. Solo tenemos que fijarnos en el escaso relevo generacional que hay en el campo. Si fuese tan fácil como pintan las administraciones, si diesen las ayudas que prometen, habría más gente en el campo. Muchas veces lo que prometen se queda en eso, “simples promesas”.
R.G.: A mi, de hecho, me dieron la subvención al quinto año, cuando el primer préstamo lo tenía devuelto. Si no tienes una ayuda económica en casa o un colchón, no puedes incorporarte, es imposible.
-¿Cuál es la última mejora de maquinaria que han introducido que consideren que ha marcado un antes y un después?
J.L.M.: Pues yo necesitaba una solución para dar de comer el pienso en tacos a los animales con poco trabajo y para que comiesen bien. Estuve pensándolo seriamente y hace mucho tiempo patenté, junto a un cerrajero fino, una máquina a mi nombre. Trabajar en exceso te lleva muchas veces a idear nuevos sistemas, así surgen las nuevas ideas. Eso ha sido para mi un antes y un después. De todas formas, cuando yo empecé, los tractores eran pequeños, para dar de comer a los animales se hacía todo a mano, llevar los paquetes, los sacos... en ese sentido hemos cambiado mucho.
R.G.: Es lógico, antes sin maquinaria era menor el rendimiento en cualquier explotación. Seguro que te tirabas todo el día para atender las vacas. Ahora, con estos adelantos, a mediodía has acabado. De todas formas, lo mejor es pensar seriamente si introducir una mejora en la explotación va a ser rentable a largo plazo y no solo introducir una mejora por que “es lo último” o para que esté de cara a la galería. En esta zona, por ejemplo, es interesante el avisador de parto.
-¿Creen que la brecha digital ha afectado al mundo rural y está significando un problema para esos ganaderos que no son asiduos a las nuevas tecnologías ?
J.L.M.: Afecta a ganaderos mayores y jóvenes. Esto es un desatino por completo. Tenemos un sistema llamado MOGA (Modulo Ganadero) a través del cual hacemos todo ya.
R.G.: De todas formas, para algo tenemos la tecnología ¡Hay que usarla!. Aunque es cierto que para la gente mayor es un problema: no tienen nociones de tecnología, a veces no cuentan con internet en casa... Por otro lado, las administraciones cada día están peor, por reducción de personal y muchas otras cosas. A lo mejor tienes que ir a hacer una guía y pierdes media mañana.
-¿Que ha significado la Política Agrícola Común (PAC) para el campo?
J.L.M.: Yo he trabajado antes y después de la PAC y ha hecho un daño enorme, ojalá no existiera. Hoy en día, sin la PAC no era viable una explotación, pero es que hoy valen los terneros lo mismo que valían hace treinta o cuarenta años. Nuestro producto no vale nada y la vida ha subido una barbaridad, el trigo, la mano de obra... Un buen profesional estaba mejor sin la PAC, tendría ambiciones, querría prosperar...
R.G.: Al final es una ayuda compensatoria para tener una renta media como tiene el resto de los trabajadores. Aunque, en la práctica, nos han obligado a no producir y a dedicarnos más a buscar derechos o a cubrir unos derechos. Ahora, con la guerra, nos estamos dando cuenta de que debemos de producir, estamos dependiendo de otros países, la PAC nos ha obligado a no producir y eso es asumir un riesgo enorme. Si el campo no produce, la ciudad no come.
J.L.M.: Yo creo que Europa está desmantelada, que se han hecho las cosas muy mal. Somos dependientes de todo y eso debería de cambiar. Las políticas europeas nos están jorobando a nosotros y no sé a quién benefician.
- ¿Qué opinan de las políticas llevadas a cabo por la Junta de Castilla y León para proteger al campo? ¿Hay una mejora real y palpable?
R.G.: Se les llena la boca muchas veces con muchas promesas, hacen políticas, pero la realidad sigue siendo igual o peor. En el tema planes de mejora o incorporaciones, lo que deberían hacer es ponerse en el suelo y ver lo que de verdad está pasando y cómo ayudar, de verdad, a un joven que se quiere incorporar.
J.L.M.: Es lo que dice mi compañero, queda todo siempre en palabras y estrategias políticas para conseguir votos. Yo soy presidente de una asociación de ganaderos y en mayo organizamos un congreso para contribuir a que la gente sepa la realidad del campo y las necesidades que hay. Muchas veces el propio desconocimiento es el que lleva a la situación que tenemos hoy en día.
- ¿Qué piensan de las emergentes corrientes “ecologistas” que criminalizan el campo?
R.G.: Por desgracia, muchas personas creen esa mentira. Ni el ganadero ni el agricultor destruyen el medio ambiente, la única realidad verídica es que sin nosotros un país no se sujeta.
J.L.M.: Si lo pensasen fríamente... ¡Quién más interesado por el bienestar animal que el propio ganadero!. Las vacas puede que contaminen por el metano... pero ¿y lo que aportan?... eso no se mira. Luego hay cosas que contribuyen mucho más, ¿que pasa con los aviones?, ¿las fábricas?, es que es para reflexionar. Nosotros no somos los únicos culpables de eso, lo que pasa es que hay gente que mide las cosas con un doble rasero según sus propios intereses.
- ¿Cuáles son los principales problemas en el campo actualmente y que diferencias hay con los que había en el pasado?
R.G.: Uno de los principales problemas viene de la educación en las escuelas. Tienes que enseñar a los niños lo que es el sector primario y mostrarles que hay otra alternativa de cara al futuro que no es siempre estudiar. Hay un desconocimiento absoluto de este sector. Si lo inculcasen desde pequeños, quizás aseguraríamos el relevo generacional que tan importante empieza a ser en el campo en los últimos tiempos.
J.L.M.: En el pasado había otros problemas, pero este precisamente no. La gente conocía el sector y la España rural contaba con mucha gente dispuesta a trabajar en el campo. Si no era por vocación, era por necesidad, pero el campo siempre era una alternativa. Sin embargo, lo que dice Ramón es la verdad. Nuestra mayor defensa son las generaciones futuras, serán las que continuarán el legado.
- Hemos atravesado una pandemia en la que no han dejado de producir. ¿Creen que este suceso ha devuelto a este sector ese “status” de sector fundamental de una economía?
R.G.: Fueron esos días, pero lamentablemente luego se ha olvidado. Hicieron políticas con el sector primario, pero ya no queda nada de eso, se han olvidado muchas cosas de esos días cuando lo que deberíamos haber hecho es aprender de ello.
J.L.M.: De todas formas, nunca hemos tenido ese “status”. Se puede decir que hemos tenido momentos mejores, pero tampoco es para tirar cohetes. Estoy de acuerdo con Ramón. Cuando empezó la pandemia, los ganaderos pensamos ¡ya es hora, se nos empieza a ver como un sector fundamental!. Sin embargo, eso duró cuatro días. Peor que estamos ahora no hemos estado nunca, ¡nos atacan de los todos los lados, nos atacan los lobbies que hay en España, nos ataca el gobierno! ¡La sociedad no sabe la verdad!.
- Si les diesen la oportunidad de volver atrás y elegir otra vez profesión, ¿se dedicarían otra vez a lo mismo, sabiendo todo lo que conlleva?
J.L.M.: Yo sin lugar a dudas ¡si!. Es algo que me gusta, ¡me apasiona!. Tengo una hermana que siempre me dice que me considera “el hombre más feliz del mundo” y es así. He trabajado mucho, pero ha sido en lo que me gusta. He transformado la explotación que tengo a base de esfuerzo y sacrificio y eso me hace sentirme muy orgulloso y feliz de lo que he conseguido.
R.G.: Yo desde pequeñito, aunque mi familia no pertenecía al sector, lo tuve clarísimo. Hay una frase de Cicerón que define a la perfección lo que somos los ganaderos y que me encanta: “La agricultura es la profesión propia del sabio, la más adecuada al sencillo y la ocupación más digna para todo hombre libre”. Para mí esa frase dice lo que soy y lo que somos, no hay mejor reflexión.
J.L.M.: Es una profesión que conlleva mucho sacrificio, tiempo y dedicación. Pero si te gusta, como a nosotros, deja de ser un trabajo para ser una pasión.
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