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La historia de seis uruguayos encargados del esquileo en Salamanca

Son 6 de los más de 300 que llegaron hace 2 meses y sobre ellos recae el esquileo de este año en España por la ausencia de ucranianos

Miércoles, 8 de junio 2022, 12:15

Naharros de Valdunciel. 7:30 horas de la mañana del sábado. Seis esquiladores llegan a la explotación donde les esperan 1.200 ovejas. Sacan el material de trabajo -cada uno su máquina y una tabla sobre la que apoyarán a las ovejas- saludos rápidos, y a trabajar. Son los uruguayos Darío, que es el encargado, Juan Ramón, Carlos, Alejandro, Sebastián y un argentino, Aldo. Se conocen desde hace tiempo. A Aldo, por ejemplo, desde hace 12 años, cuando trabajaban en la Patagonia Argentina.

El ganadero y sus hijos conducen al primer grupo de ovejas hacia la nave. Mientras, amigos de la familia permanecen detrás de los esquiladores para retirar la lana e introducirla en sacas.

La cuadrilla de Darío trabaja en silencio, sin música, y entre la sintonía del balido constante de ovejas, repiten los mismos movimientos durante horas. Horas en las que es muy complicado no verles agachados. Siempre igual: entra un grupo de ovejas y cada esquilador elige a una para el turno de “peluquería”, la atrapa con un gancho hasta la madera, y allí la voltea y la sujeta con las piernas mientras le retira el vellón. Cada uno lleva un ritmo pero no suelen superar los dos minutos por oveja. Entonces, toque al contador que cuelga para luego ver cuántas peló cada uno.

Salen ovejas esquiladas y entran otras. Si tardan, los esquiladores aprovechan para beber agua o los refrescos que llevó el ganadero. Esta vez tienen suerte y les ha preparado almuerzo. A las 4, regreso a casa, en Zamora. No se escapa que la furgoneta en lugar de cristal lateral tiene plásticos sujetados por cinta aislante. No hay tiempo para ir al taller.

Darío pela las ovejas sin zapatos porque así lo aprendió en la escuela

Darío va descalzo por la nave, entre las ovejas, sin importarle la suciedad. Explica que le molestan los zapatos cuando esquila. Es una costumbre que aprendió en la escuela de esquiladores de su país. En Uruguay existe una gran tradición de esquileo. Existen cursos de formación y de perfeccionamiento, deben superar el examen para obtener el carnet de esquilador y para mantenerlo necesitan demostrar que en los 5 primeros años han pelado ovejas.

Allí pelar ovejas no es ninguna broma porque la raza más extendida es la corriedale, que puede tener hasta casi 8 kilos de vellón, o la merina australiana. Lo que notan es cada vez más competencia entre los esquiladores porque los empresarios buscan a los mejores y el mercado se lo reparten ucranianos -este año sin poder salir de su país por la guerra- y uruguayos. Entre los propios uruguayos hay competencia porque supone un privilegio viajar a España, donde cobran hasta tres veces más por cada oveja que esquilan que en su país. “Aquí se hace buena plata”, dice Juan Ramón.

“Hago esto por mi familia, por mi nena de 9 años y con el dinero de acá podría vivir 3 meses en Uruguay”. No lo hará porque esquilará luego en su país y después viajará a Brasil. Otros años también estuvo en Chile y Argentina. Les queda un mes más en España.

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