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Lo ecológico es el futuro, y por eso Javier Arévalo decidió darle un giro a la explotación que tiene en Pelayos para reconventirla y empezar a producir “verde”. Por su experiencia cree que lo ecológico es positivo para la agricultura -en parte, reconoce, porque ... es una zona donde las producciones no son altas y la diferencia de kilos obtenidos se puede notar menos que en otra- pero no en ganadería. Ahora que ya pasó el “periodo de pruebas” y que supera con éxito las inspecciones periódicas que le avalan para vender su producción como ecológica, Javier Arévalo comercializa su carne sin utilizar el sello que acredita que es “verde”. ¿La razón? “Porque ahora mismo -cuenta- no hay un mercado para vender la carne de vacuno ecológica”. Eso explica que haya evitado el “papeleo” para certificar carne. Podría venderla por internet pero implica llevar todo el proceso, desde el sacrificio de los animales y solo son válidos aquellos mataderos autorizados (“hay uno en Zamora y otro en Ávila”). Así que vende la carne de sus vacas, como siempre, sin sello, aunque sean ecológicas.
Javier tiene muy estudiado el mercado ecológico y ve que en agricultura en cambio sí es una opción. “Si tienes garbanzos ecológicos, te los quitan de las mano. A mí me han llamado, por ejemplo, por si tenía cebada ecológica para hacer cerveza o trigo para fabricar pan. Pero el ganado...”
Él explica lo que ocurre, esa falta de mercado para la ganadería “verde”, en que el consumidor ecológico tiende a ser además vegano. No le ve otra explicación. De ahí que rechace la carne a la vez que en cambio si está dispuesto a pagar más por los productos agrícolas ecológicos. “Se vende muy bonito lo ecológico, con los ecoesquemas, pero no es fácil”, dice Javier, que no sabe hasta cuánto aguantará. Siembra forraje “verde” y obtiene bastante menos producción que cuando lo cultivaba antes. Pero sigue.
Mientras espera para ver cómo evoluciona este mercado, Javier acompaña la alimentación “verde”, sin echar abono o herbicidas, con el pastoreo tradicional. Al menos este año ha evitado la compra de piensos porque las 50 vacas comen la avena que él produce.
Las vacas abonan las tierras de cultivo y él sigue con la esperanza de hacer rentable esa vuelta a lo tradicional.
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