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Jueves, 5 de mayo 2022, 14:04
Sikko no piensa en el pasado, lo hace en el futuro porque ha encontrado en Salamanca el lugar donde dar forma a esa nueva vida que empezó con su jubilación. Es holandés, trabajó en la industria quesera en Suiza y Alemania, también fue profesor, y desde hace unos años vive entre El Payo y Peñaparda, donde acudió cuando se enteró de que la Junta buscaba a alguien que quisiera tener un rebaño de cabras para limpiar el monte y prevenir así incendios: las conocidas como cabras “bombero”.
La Junta le ofrecía al voluntario una nave donde guardar los animales y a esa llamada acudió Sikko. No le importó que Peñaparda estuviera a 100 kilómetros de Salamanca ni tan lejos de su Holanda. “A mi generación -explica- nos gustan mucho las cabras. Antes todos tenían y vi que la casa y las cabras son aquí baratas. Allí las granjas son de 1.000 cabras y a mí no me gusta”.
Hace 5 años que inició esta aventura y está encantado. “En lugar de dar un paseo, pastoreo las 180 cabras. Me gusta aunque tenga que ser todos los días. Aquí es todo muy tranquilo. Yo no sueño con viajar con una “Camper”, no necesito un coche mejor ni una casa mejor. Lo tengo todo”, dice. Cada día se levanta a las 6 , ordeña las cabras a mano y a eso de las 11 las lleva al campo hasta las 6.
Con la leche de las cabras hace queso pero no busca 3 litros de cada una: “Yo ordeño uno o uno y medio porque me gusta que estén bien”. Vende su queso en Alemania y Holanda y en un futuro tiene previsto dejar la nave de Peñaparda para establecerse en El Payo y tener más a mano la quesería y el matadero.
La pensión le ayuda a vivir pero está convencido de que en un futuro verá rentabilidad entre la venta de quesos y cabritos. Eso sí, Peñaparda está a punto de quedarse sin “cabras bombero”.
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