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Jueves, 28 de julio 2022, 14:42
Allí estaba cuando Sandra volvió a la parcela solo hora y media después de haber dejado el rebaño. Con las tripas fuera, imposible de salvar. De pie, con mirada asustada... “Y sin solución”, le dijo el veterinario de confianza. “Se puede intentar pero esas ovejas, por la infección, acaban muriendo. Lo único que se puede hacer es evitarle el sacrificio”. Ambos tienen claro cómo ocurrió: carrera de la oveja que huye del lobo y zarpazo seguido de dentellada que la desgarra y la deja así... con las tripas fuera y con esa mirada de qué he hecho yo.
Sandra Delgado, ganadera, 30 años, desde los 17 en este oficio, decide que lo mejor es cambiar a las ovejas a una parcela más pequeña para que pasen la noche más protegidas del lobo. Desde abril no deja de atacar a los ganaderos de la zona y todos los días se ve obligada a tomar precauciones para que su rebaño no sea el elegido. Esa noche las dejó en la parcela, acudió después a una nave a por el simulador de disparos que también tiene que instalar cada noche junto a las ovejas para que el lobo sienta miedo y no se acerque, y vuelve rápido. Cuando colocaba la bombona vio un bulto en la parcela, se acercó y confirmó lo peor, que el lobo había estado. Al fondo de esa oveja muerta, el resto del rebaño, junto, amontonado en el otro extremo de la parcela y entre ese centenar de ovejas, aquella con las tripas colgando. Otras cinco estaban mordidas en la gorja y está convencida de que en unos días también morirán.
“Se te cae el alma al ver así a tus animales. Todas las mordidas acaban muriéndose en días y para nosotros, que las hemos criado, verlas así es algo muy duro”. Un amigo suyo que prefiere no identificarse es más contundente: “Esto no se puede consentir. ¿Qué dicen ahora los ecologistas de despacho? Es que me muero de dolor viendo la carita de la oveja con las tripas fuera”.
Los ataques del lobo son constantes en Almendra y en los pueblos de alrededor, Sardón de los Frailes y Villaseco de los Reyes, durante todo este año pero la Junta de Castilla y León no puede cazarlo, como era habitual cuando había ejemplares tan dañinos para el ganado, porque desde el pasado septiembre el lobo es un animal protegido: el Gobierno, con la oposición de todas las comunidades loberas prohibió su caza y puso unos requisitos que hacen prácticamente imposible ese “control poblacional”.
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