Gomecello
Jueves, 14 de noviembre 2024, 19:03
En los últimos años, el avance tecnológico ha impactado en todos los sectores y la agricultura no ha sido la excepción. Desde la implementación de sistemas de riego más eficientes hasta el uso de maquinaria agrícola de última generación, los profesionales del campo están adoptando innovaciones que prometen hacer su trabajo más efectivo y sostenible. Una de las innovaciones más interesantes y revolucionarias en este ámbito es el uso de drones para la siembra y abono de tierras, una solución que ha demostrado ser particularmente efectiva en situaciones donde los métodos tradicionales se enfrentan a limitaciones, como en terrenos anegados por el agua.
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Con la capacidad de cubrir grandes extensiones de terreno en «poco tiempo», proporcionan una herramienta eficaz para la fertilización aérea o el monitoreo de cultivos, entre otros aspectos. Así, los drones permiten realizar la labor de abonar sin que el agricultor tenga que pisar el terreno, lo que resulta especialmente útil en situaciones donde el suelo está demasiado húmedo para el paso de maquinaria pesada. Una de las zonas de la provincia que ha comenzado a adoptar esta tecnología es la de La Armuña.
Con más de 200 hectáreas de terreno a su nombre, el agricultor Alberto Pérez, que lleva 34 años de su vida dedicadas al campo en Gomecello, ha cultivado cereales, legumbres y otros productos agrícolas. Sin embargo, «la anterior campaña fue un punto de inflexión en mi vida como agricultor, ya que tuve que buscar nuevas soluciones para manejar parte del terreno», asegura Alberto.
Tras las intensas lluvias del pasado mes de abril, una de sus parcelas de cebada de 2,5 hectáreas quedó inaccesible por la cantidad de agua acumulada. Ante esta situación, Alberto decidió recurrir a los avances tecnológicos al no poder acceder a la tierra con el tractor. «Era imposible entrar y, por tanto, la única solución que tenía para poder abonar la tierra era recurrir al uso de un dron para no dejar sin fertilizar la parcela», comenta.
«Siempre había trabajado la tierra con mi maquinaria y nunca pensé que usar un dron sería la solución a uno de mis problemas», comparte. El uso de esta herramienta le permitió a Alberto observar cómo este avance tecnológico podía facilitar su trabajo, especialmente en situaciones donde las condiciones del terreno no permitían la movilización tradicional de las maquinarias agrícolas. Sin embargo, su experiencia no fue del todo positiva. «Abonar con el dron cuesta cuatro veces más que con el tractor», apunta Alberto.
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Por otro lado, el tiempo también es un factor importante a considerar. En la tarea de abonar sus 2,5 hectáreas, «con el dron tardamos algo más de dos horas y si el trabajo lo hubiera realizado con el tractor en media hora lo tendría listo, porque hay que tener en cuenta que con el dron se abonan 4 o 5 metros como mucho y con el tractor 24 metros». Además, señala que el problema no es solo el tiempo de aplicación sino que, por ahora, «los drones tienen poca autonomía; hacer los cambios de batería y recargar el producto lleva tiempo».
Equilibrio entre la tradición y las nuevas tecnologías
A pesar de las ventajas que los drones ofrecen, como la capacidad de trabajar en terrenos difíciles, Alberto Pérez matiza que «prefiere seguir utilizando métodos tradicionales de fertilización, al menos por ahora». «Son avances que las próximas generaciones les sacarán mucho más provecho», puntualiza. El caso de Alberto refleja una realidad que muchos agricultores enfrentan hoy en día: la necesidad de adaptarse, innovar y encontrar un equilibrio entre lo tradicional y lo moderno.
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