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La morucha siempre ha estado en la finca «Castro Enríquez», propiedad de la Diputación de Salamanca. Bien lo sabe Paco Grande, el encargado de esta ganadería, y que lleva ya a sus espaldas 43 años de trabajo allí. Él ha visto moruchas recias, sigue viéndolas, y ahora trabaja con un amplio lote que son dóciles, tanto que puede encerrarlas andando, sin ayuda del caballo, lo que hace unos años era impensable. Si sucede esto, es por el trabajo que hay detrás de la finca en busca de un objetivo: poder facilitar a los ganaderos moruchas de fácil manejo ahora que en las fincas apenas hay personal y que cada vez se monta menos a caballo.
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En este objetivo trabaja la Diputación, olvidados ya los problemas de sanidad animal que tuvieron a la finca fuera del circuito de venta de reses a ganaderos, y en la tarea está Paco Grande. Tiene ya un lote amplio de reses que cumplen esas condiciones y calcula que «en 4 ó 5 años» podrá conseguir que 200 moruchas cumplan con las características de docilidad que busca. Ahora, sorprende a quienes visitan «Castro Enríquez» cómo al menos una treintena rodean a Paco Grande mientras trabaja, incluso con ellos delante.
El proceso no es sencillo, lleva tiempo e implica dinero, de ahí que sea la Diputación quien lo emprenda porque para un ganadero el proceso es muy difícil de afrontar económicamente. El método aplicado es probar 5 ó 6 sementales moruchos cada año con las vacas e ir seleccionando a las crías que cumplen el requisito de la nobleza que se busca. «Se descartan muchos sementales y muchas novillas. Hay veces que ves animales con mucha clase y que luego compruebas que no sirven para hacer ese tipo de ganadería», explica Paco Grande. La selección se complica una vez que también los ejemplares elegidos, aparte de ese carácter, tienen que cumplir una serie de requisitos para poder ser inscritos en el libro genealógico de la raza morucha.
Ahora en «Castro Enríquez» hay 10 sementales y, de ellos, cuatro están en pruebas. El periodo de cubrición es en la finca de 20 diciembre a 20 de junio para que la paridera fuerte sea en octubre y noviembre y se evite el calor del verano. Cada semental probado descansa al año siguiente para ver el resultado y ahí se decide si vuelve no a cubrir. Un semental «admitido» puede estar luego en la ganadería unos 10 años. Con las novillas se realiza una selección también en esta línea, para que sean madres las más dóciles.
En «Castro Enríquez», que llevan unos 6 años limpia de tuberculosis, hay 160 vacas moruchas cárdenas y 40 moruchas negras y el objetivo es, dentro de este proceso de selección, equilibrar ambas capas. Entre ellas, y a pesar de ser ahora minoría, la negra le ha demostrado al encargado que es más tranquila. «Si conseguimos esto será importante para los ganaderos porque ahora no tienen gente en las fincas», explica. Cruzan los dedos en la Diputación para no tener problemas en estos años próximos de sanidad animal.
David Pastor, gerente del mercado de ganados, explica que el objetivo con la finca «Castro Enríquez» es que vuelva a ser el centro de referencia de ganaderos para la compra de sementales «porque nos lo han pedido». Igual que casi todos los años se venden corderas de reposición o algún macho de raza castellana porque no es fácil encontrarlas, se intenta hacer lo mismo de forma continua con la morucha. Sacar ejemplares también del centro de testaje a la venta y que, mediante subasta, se adjudiquen a ganaderos tanto los toros como algunas novillas.
«Si no se consigue, esta ganadería (la morucha) tiene menos futuro», dice Paco Grande. Y explica que se ha ido a otras razas en parte por esa desconfianza de la morucha y que fuera «áspera». Entre ellas, a pie, demuestra que eso empieza a ser parte del pasado.
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