Cosecha y pastos se van y no está garantizada el agua para el regadío

El pasado 24 de abril el Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León -Itacyl- esperaba una cosecha ya por debajo de la media en Salamanca en trigo pero «solo» un 7% inferior y un 8% en cebada por debajo de lo habitual. Este lunes, y después de las altas temperaturas de los últimos días y de la ausencia de precipitaciones, la previsión está en trigo 17 puntos por debajo de una campaña normal y de 19 en cebada. Se iguala ahora mismo en la previsión esta cosecha a la de 2022 que, según señaló el pasado verano el consejero Gerardo Dueñas, fue «irregular» y «mala». El presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, ha ido más allá y señaló el pasado viernes que convocará en días el consejo regional agrario por una sequía que ve semejante a la de 1992. En ese año los regantes no pudieron utilizar el agua de Santa Teresa porque no había, y el rendimiento medio de la cosecha fue de 250 kilos por hectárea en Salamanca en trigo, según datos del Ministerio de Agricultura, y de 276, en cebada. Ahora la situación no es parecida pero sí hay motivos de preocupación.

Aparte de por la cosecha, preocupa el agua para riego. Al haberse adelantado mes y medio la campaña y haberse necesitado agua en abundancia, ahora mismo el embalse de Santa Teresa ha bajado hasta los 377 hectómetros cúbicos (había iniciado la actual campaña, el 1 de abril, con 400 de los 496). Al no haber nieve en la sierra y no llover desde el inicio del riego solo ha salido agua, bien para cultivos o evaporada por las altas temperaturas. Esto hace que mientras lo habitual en abril es que el embalse de Santa Teresa, principal en Salamanca para el riego, aumente la cantidad de agua embalsada, este año haya caído. Así, en junio del pasado año guardaba 437 hectómetros cúbicos (60 más que ahora) cuando había iniciado la campaña con 371 (29 menos con los que comenzó la actual).

La preocupación ahora es si el agua será suficiente para los cultivos. A principios de junio de 2021 tenía, por ejemplo, 422 hectómetros cúbicos y al finalizar la campaña de riego el 30 de septiembre de ese año, quedaban 256.

Este año el acuerdo es dejar 180 hectómetros cúbicos en el embalse de Santa Teresa una vez que finalice la campaña, pero es muy probable que se comience a regar en La Armuña. Lo positivo es que ya la Confederación Hidrográfica del Duero desvió 6 hectómetros cúbicos a Riolobos para este regadío y, aunque necesitará más -siempre que el agua llegue antes de 10 días si sigue sin llover y se pueden salvar aún los cultivos- no se espera que la cantidad sea alta. El problema principal está ahora en el gasto de agua realizado ya en las comunidades de regantes. Manuel Aires, presidente de la de Villagonzalo, apunta a que a estas alturas «llevamos mucha agua de riego gastada y hemos estado en abril a niveles de junio». La previsión es que disminuya el riego este mes, una vez que el maíz ya no necesita tanta agua, pero las comunidades no podrán superar los 6.000 metros cúbicos de agua asignados por la Confederación Hidrográfica del Duero -CHD- para esta campaña y muchas, si no cambia la situación, creen que podrían tener problemas. En el momento en el que una comunidad supera la cantidad asignada, laCHDcorta, como ya ocurrió el año pasado con comunidades de otras provincias.

La previsión ahora mismo es que en junio se riegue más que el año pasado y que, no obstante, el mes de julio vuelva a ser el de mayor consumo de agua. Es ya en agosto cuando disminuye la necesidad de riego para los cultivos.

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