Hace un año el sector agrario español protagonizaba la mayor oleada de movilizaciones en lo que va de este siglo, siguiendo la estela de lo que pasaba en otros Estados miembros de la UE, principalmente Francia y Alemania. Las protestas surgieron convocadas por plataformas independientes ante la sorpresa de las organizaciones agrarias ASAJA, COAG y UPA, que terminaron subiéndose al carro. La Unión de Uniones ya tenía convocada su tractorada mucho antes, a mediados de enero, para realizarse un mes después. Los destinatarios de las reivindicaciones eran tanto la Comisión Europea como Luis Planas y su equipo. Ayer, doce meses después. volvieron a registrarse algunas tractoradas por distintos puntos de España, convocadas por lo que queda de aquellas plataformas independientes, pero nada que ver con las que tuvieron lugar doce meses antes. En los próximos días habrá más. Dicen los convocantes que durante este año no se ha solucionado nada y que, además, se ha agravado la situación por el acuerdo con Mercosur, porque no ha habido simplificación de las reglas del juego y porque desde el Ministerio de Agricultura han hecho poco o muy poco; eso por no hablar de la falta de rentabilidad de las explotaciones de sectores como el de los cereales, tan importante en Castilla y León. Ya veremos lo que dan de sí estas protestas. Un dato importante a tener en cuenta es lo que ha sucedido en Francia durante las elecciones en el campo celebradas en los últimos días: las organizaciones más importantes, que son la FNSEA y el Centro Nacional de Jóvenes Agricultores (CNJA) han perdido una parte de su fuerza y representación. Esto podría ser una llamada de atención para las organizaciones españolas.
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Y estas movilizaciones coinciden con la presentación de un informe sobre el estado de las masas de agua en la UE por parte de la Comisión Europea, en concreto por la comisaria de Medio Ambiente, que cuenta en su gabinete con Luis Planas, el hijo del ministro de Agricultura. El citado «papel» no ha tenido la repercusión que debiera en el sector agrario a pesar de su importancia y de las consecuencias que se podrían registrar. Dice el documento que el estado de las aguas en los Estados miembros ha empeorado y que es bastante malo. Además, añade que una parte muy importante de la culpa la tiene la actividad agraria en su conjunto en sus dos vertientes la agrícola y la ganadera. En la primera destaca la contaminación provocada por los productos fitosanitarios y los fertilizantes, entre otros productos, y, en la segunda, por los desechos de los animales. La conclusión no se hace esperar: es necesario poner en marcha actuaciones, por lo que se avecinan más medidas de control para los agricultores y ganaderos, más burocracia, más reglas del juego que respetar, menos simplificación y más costes de producción. Se impone meter esta nueva variable de la situación de las masas de agua en la coctelera ya.
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