Ayer se reunieron, es un decir, representantes del Ministerio de Agricultura, encabezados por Fernando Miranda, con altos cargos de las consejerías de las Comunidades Autónomas. ¿Cómo definir el resultado del encuentro? Pues con tres palabras: nada de nada. Duro dos horas, fue de carácter presencial ... y los miembros del equipo de Luis Planas no presentaron ni un solo papel, ni una sola propuesta. Y entonces, ¿qué es lo que hicieron? Pues, básicamente, según algunos de los asistentes, «marear la perdiz», justificar la nota de prensa para transmitir la idea de que se negocia, cuando en realidad no es así. Desde las regiones no gobernadas por el PSOE se pidieron documentos y concreción, a lo que Fernando Miranda respondió algo así como que en los próximos días se enviarían papeles. En caso de cumplirse esta afirmación, se trataría de los primeros, aunque, visto lo visto, no me atrevería que decir que lleguen a ser propuestas. No obstante, habrá que esperar para ver en qué queda este proceso.

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Desde fuera da la impresión de que en el Ministerio de Agricultura están completamente desbordados, lo que ya sería grave. Desbordados porque tienen que andar mirando al Ministerio para la Transición Ecológica y a Bruselas antes de dar un solo paso que afecte a las medidas medioambientales de la PAC, incluidas en el Plan Estratégico de Planas, como los ecoesquemas o las famosas BCAM, que no hay quien entienda. Y es que Teresa Ribera sigue siendo mucha Teresa Ribera. Eso, por un lado, porque, por otro, están las protestas: de las tres organizaciones agrarias reconocidas (ASAJA, COAG y UPA); la no reconocida, por lo menos, de momento, como Unión de Uniones, y las «plataformas» que han surgido «espontáneamente», aunque resulta muy difícil encontrar a sus portavoces y responsables. Eso sin olvidar que también se debe contar con las Comunidades Autónomas; sin embargo, visto lo visto hasta ahora, se está contando bastante poco.

No obstante, hay otro segundo supuesto que se debe contemplar también: que no estén desbordados, sino «pasotas», o ambas cosas a la vez. Con la situación política completamente enrarecida, mucho me temo que los altos cargos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación estén buscando su acomodo por lo que pueda pasar, visto el viacrucis en el que se ha convertido en estos últimos meses la política agraria y el propio departamento ministerial. Y eso comenzando por el propio Luis Planas, que no haría ascos, sino todo lo contrario, a terminar como el próximo comisario de nacionalidad española en Bruselas. Y otros miembros de su equipo podrían seguir el mismo camino, bien en Bruselas o en algunos de puestos en el exterior que dependen del Ministerio de Agricultura. Vamos, que como dice un refrán a «a perro flaco, todo son pulgas».

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