Es muy sencillo: el «Paquete Planas» es malo para la provincia de Salamanca, porque no contempla medidas concretas de apoyo para el sector de la ganadería extensiva, que es clave en este territorio; lo único que hay son promesas vagas, que ya veremos si se cumplen en el futuro, dada la poca querencia, por usar un símil taurino, que tiene el ministro a cumplir con su palabra dada. Dejando claro lo anterior, hay que preguntarse si quería el ministro de Agricultura dividir a las organizaciones agrarias. En caso de que la respuesta a esta pregunta sea afirmativa, habrá que convenir en que lo ha logrado. La UPA rompió la unidad de acción que había mantenido a trancas y barrancas con ASAJA y la COAG y ha avalado el «Paquete Planas».
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La Unión de Uniones, hasta la semana pasada no reconocida por el Ministerio de Agricultura, también dio su visto bueno, aunque no sin tensiones internas (especialmente en Castilla-La Mancha), a cambio de la promesa de que será considerada representativa por Luis Planas y su equipo; ya veremos si esto termina plasmándose en la realidad, insisto otra vez, dada la poca querencia de Planas a honrar su palabra.
Mientras tanto, ASAJA y la COAG se mantienen en sus trece y rechazan la propuesta ministerial. Comparten una razón fundamental: que, aunque hay avances, se trata de medidas insuficientes a la vista de la situación del sector agrario y de la importancia de las movilizaciones que se han registrado; luego, cada una de ellas tiene también sus motivos específicos.
Llegados a este punto hay que preguntarse qué ha sido de aquellas «plataformas independientes» que surgieron a finales de enero y tuvieron su pleno apogeo en febrero y principios de marzo. Los miembros de las mismas decían que no se sentían representados por las organizaciones agrarias tradicionales y que por eso habían salido a la calle. ¿Qué ha sido de aquel movimiento y dónde están las plataformas ahora? Y no se trata de una crítica ni mucho menos, sino de plantear esta cuestión, visto el importante papel movilizador que tuvieron en los momentos iniciales de las protestas.
Mientras tanto, hay que prestar atención a las maniobras subterráneas puestas en marcha desde el Ministerio de Agricultura para trasladar al conjunto de la sociedad que los agricultores y ganaderos se están «hinchando a ganar dinero».
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La primera parte de la operación se registró en diciembre, cuando aparecieron las primeras estimaciones sobre la renta agraria de 2023, que anunciaron un incremento del 11 por ciento en términos globales, que subía a casi el 17 por ciento si el cálculo se hacía por ocupado.
La segunda parte de la operación se puso en marcha coincidiendo con la Semana Santa, cuando desde los servicios estadísticos dependientes de Planas hicieron público que los costes de producción agrarios habían bajado de manera significativa en 2023 y que, a pesar de ello, este Gobierno tan sensible a los problemas del campo (ja, ja) iba a presentar un importante paquete de ayudas. ¿Cuál será la tercera parte de la operación? Porque la habrá.
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