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Hay una canción que lleva este título y que viene al pelo para definir la situación que llevamos viviendo con la PAC desde hace unos cuantos años. El proceso comenzó en la primavera de 2018, cuando la Comisión Europea presentó su propuesta para reformar la ... PAC; luego vino lo del Pacto Verde; más tarde, las negociaciones en el Consejo de Ministros y el Parlamento Europeo. Así, hasta llegar al acuerdo final y a la posterior redacción de los Planes Estratégicos nacionales por parte de los Estados miembros de la UE. En algunos casos, como el de España, este fue impuesto por Luis Planas y supuso vueltas de tuercas adicionales a las medidas restrictivas y exigencias que habían llegado desde Bruselas. El resultado final fue una gran y solemne chapuza, como ya he escrito en más de una ocasión en estas mismas páginas. La mejor prueba de ello son las críticas constantes de los agricultores y ganaderos, que han desembocado en la mayor ola de protestas desde que se creó la PAC a mediados del siglo pasado. A lo anterior hay que añadir otro dato importante: esas nuevas normas solo han durado un año y dos meses desde que comenzaron a aplicarse. ¿Eran, o no, una gran chapuza?
Así llegamos al momento actual. El viernes pasado, con pocos minutos de diferencia, la Comisión Europea, primero, y el Ministerio de Agricultura español, después, presentaron sus propuestas para modificar la PAC, los de Bruselas, y el Plan Estratégico Nacional (PEPAC), los de Madrid. Si las normas que rigen todavía eran complicadas y muy técnicas, las modificaciones que se pretenden introducir no lo son menos, aunque en algunos casos vengan a arreglar desaguisados anteriores y sean, en teoría, beneficiosas. Ahora toca esperar a ver lo que se aprueba finalmente, porque la cosa puede ir para largo debido a las elecciones al Parlamento Europeo. Y ahora toca también esperar para saber qué parte entrará en vigor en 2024 y qué otra parte de los ajustes se retrasarán a los años venideros. Eso partiendo de la base de que van a cambiar tanto la Comisión Europea como el propio Parlamento Europeo, que deben dar su visto bueno a los mismos.
Analizados los textos a bote pronto, cabe extraer dos conclusiones. La primera es que hay una cierta enmienda a la totalidad en los objetivos verdes que se habían fijado para la PAC. Y la segunda en que esos objetivos se mantienen, aunque se pretendan enmendar, por lo que podríamos hablar de que esto que se quiere hacer es un pastiche o confeccionar una serie de retales para el traje anterior. Por eso es posible que salga una chapuza todavía mayor. Y, si no, tiempo al tiempo. ¡Ojalá me equivoque!
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