En Bruselas sucedió ayer lo esperado y que se resume en tres palabras: nada de nada. Para que lo entendamos todos y de forma muy clarita: la Comisión Europea dice que está pensando; los ministros de Agricultura, que aprobaron estas normas de la PAC, que se encuentran en el origen de la protesta, piden que piense y actúe rápido; finalmente, los agricultores europeos, con sus tractores, trataron de invadir el barrio europeo y los antidisturbios belgas defendieron, en algunos casos con dificultades, el fortín en el que han parido esas normas tan cuestionadas desde los cuatro puntos cardinales de la Unión Europea (UE). La actual oleada de protestas ha venido a poner de manifiesto algo que he venido anunciando en estas mismas páginas de LA GACETA durante los últimos años: el gran divorcio entre los burócratas de Bruselas, entendidos en sentido amplio, y los ciudadanos de los que cobran y a los que dicen servir, aunque, visto lo visto, lo que hacen es fastidiar, por utilizar una expresión suave.

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Es verdad que la PAC se lleva ahora un tercio del presupuesto de la UE, pero también es cierto que sigue siendo en la práctica la única política común (junto a la pesquera) que existe. Además, los agricultores y ganaderos son el colectivo identificado que más padece, para bien (poco) y para mal (mucho), lo que piensan y deciden en Bruselas. Y, presos de un gran hartazgo, están demostrando con sus movilizaciones que la actual PAC, propuesta por la Comisión Europea y aprobada por los ministros de Agricultura (entre ellos Planas) y los miembros de Parlamento Europeo, es una gran chapuza. ¿Quiere esto decir que la gente del campo es antieuropea? En mi opinión, no. Pero también es verdad que toda esa banda de burócratas, muy bien pagados y cada vez más alejados de la realidad, están convirtiendo a los agricultores y ganaderos en lo que se podría llamar «anti manejos» con origen en Bruselas. Y encima estos eurócratas se permiten el lujo de calificar como antieuropeos a todos aquellos que osan plantear alguna crítica.

Hace un mes, con el campo ya en llamas, se reunió la Cumbre Europea de Jefes de Estado y de Gobierno. A pesar de que tuvieron tiempo para ello, no dedicaron un solo minuto a hablar de lo que estaba sucediendo en el campo ya entonces. Eso quiere decir que los de Bruselas no son los únicos que viven alejados de la realidad, porque cada uno de los mandatarios (aquí Pedro Sánchez) también andan a por uvas. ¿Qué más tiene que suceder para que en Bruselas y en cada uno de los Estados miembros se atrevan a coger el toro por los cuernos y busquen soluciones concretas y rápidas? Visto lo visto, no parece ser el camino elegido. Ayer volvieron a dar una prueba más de que viven en su mundo, Luis Planas incluido.

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